Visto en El diario.es. Texto y Fotografía del diario.
La criminalización pública del consumo de drogas fue un proceso que se desarrolló en el siglo XX con la colaboración necesaria de los medios de comunicación. Así lo defiende Juan Carlos Usó Arnal (Nules, Castellón, 1959), licenciado en Geografía e Historia Contemporánea, doctor en Sociología y bibliotecario en el Ayuntamiento de Castellón de la Plana. Es autor de ‘Drogas y cultura de masas. España 1855-1995’, ‘Píldoras de realidad’ y ‘¿Nos matan con heroína? Sobre la intoxicación farmacológica como arma de Estado’.
Usó acaba de publicar ‘Drogas, neutralidad y presión mediática’, que se presentará en Santander el 7 de noviembre en la librería La Vorágine, donde hablará de una obra en la que analiza cómo cambió la percepción social y política del consumo de drogas y se pasó de la permisividad a la prohibición apenas en una década, jugando un papel clave en el proceso los medios de comunicación.
Podemos empezar con la cuestión de fondo: ¿Es usted partidario de la legalización de las drogas?
Más bien soy partidario de revocar la prohibición.
¿Cree que la sociedad lo asumiría en su mayor parte?
Sí, ¿por qué no? Aunque sería imprescindible contar con el concurso favorable de los medios de comunicación.
¿Cómo cree que ha de regularizarse este acceso?
Similar a la regularización que existe con respecto a otras drogas como el tabaco y el alcohol.
¿Considera que hay una relación entre legalización y aumento de consumo?
La historia nos demuestra que la relación es todavía mayor entre prohibición e incremento del consumo, en el sentido de que alimenta la fascinación por el fruto prohibido.
¿Qué papel han jugado los medios de comunicación en la imagen que tiene el acceso a estupefacientes?
Pues, en realidad, han sido los creadores del denominado problema de las drogas, es decir, los encargados de construir una percepción social negativa, alarmante y beligerante en torno a los psicofármacos.
¿Qué sentido tiene una criminalización para el poder público: ética, política, económica…?
Con su criminalización, las drogas, los consumidores, los traficantes y los inductores han desempeñado el papel del chivo expiatorio ideal para la consolidación de los poderes públicos, además de posibilitar la creación y desarrollo de un fabuloso negocio a escala planetaria.
¿Por qué la I Guerra Mundial fue el punto de inflexión en la actitud de los medios y las autoridades?
Porque es justo en ese momento, más exactamente entre 1914 y 1922, cuando la prensa empieza a construir el llamado problema de las drogas y empieza a extenderse la prohibición entre la comunidad internacional.
¿Fue igual en todas partes? ¿Cómo se desarrolló el caso español?
Más o menos igual… En principio, la política sobre drogas se inició como una iniciativa basada en el control o restricción, cuyo principal instrumento sería la receta médica obligatoria, para derivar en pocos años -en la década de los 30- en prohibición incondicional. Sus primeros objetivos fueron los médicos y los farmacéuticos, que eran quienes tenían su control y distribución. Con la prohibición el (des)control pasó a manos de la policía y la distribución a manos de criminales, y las víctimas empezaron a ser los propios consumidores.
Estos días estás viendo en la Videoteca de Cannabis y más que al acceder a la web aparece la imagen que os presentamos en la cabecera del artículo.
En el momento que se termine el proceso de actualización con todos los videos subidos más todas las novedades que se han ido incorporando se abrirá el sitio de nuevo. Es un proceso largo y tedioso, son más de 600 videos a recodificar, preparar el redireccionamiento de las url anteriores a las nuevas…
Habrá dos versiones de la web, una preparada para dispositivos móviles y la otra para la versión de escritorio.
Y aquí la versión móvil.
Una de las novedades es la sugerencia de videos, tal como se ve en la imagen, tan sencillo como añadir una url de un video.
Este es el aspecto que presentará la página de cada video.
No podemos dar fecha definitiva, esperemos sea un buen regalo de Año Nuevo para todos con tantas novedades y el añadido de nuevos videos a vuestra disposición..
Óscar Parés1 ponente de la IV edición del Foro Social de Cannabis. Licenciado en filosofía y antropología por la universidad de Barcelona. Subdirector de la Fundación ICEERS. Visto en Foro Social Internacional de Cannabis.
Òscar Parés – Subdirector y Coordinador de las Redes Sociales
Òscar Parés, actualmente vive en Barcelona. Es licenciado en Filosofía y Antropología. Posteriormente, cursó un Máster en Drogodependencias por la Universidad de Barcelona. En los 14 años siguientes se interesó en el uso de las herramientas etnobotánicas en contextos indígenas, así como en la psicoterapia moderna a través de la técnicas de expansión de la consciencia. En la actualidad, colabora en el equipo de prevención de drogas del Programa de Abuso de Sustancias de la Dirección General de Salud Pública, coordinado por el Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya. Òscar Parés, ha realizado cursos de formación en materia de prevención de problemas relacionados con el consumo de drogas en escuelas e institutos, dirigido a profesores, académicos, profesionales de salud pública, tales como médicos, enfermeras, terapeutas, policías, personal sanitario de turnos de noche, presos jóvenes, etc. También está involucrado diferentes en proyectos europeos como Democracy Cities & Drugs, Newip, Club heath conference, Psychonaut Drojnet2, etc.
Hace muchos años tuve el placer de conocer a Isidro Marín, sus textos sobre historia de la Marihuana y sus estudios sobre la ayahuasca dan mucho para leer.
La noticia ha aparecido en agosto de este año en todos los periódicos del mundo con mucho bombo y platillo. Ha aparecido en El País, Clarín, La Vanguardia, Cosmopolitan, el Diario Sudafricano de Ciencia, Diario Popular, The Independent, El Comercio, La Nación, 20Minutos, Opinión, la BBC, USA Today, etc… Todas ellas hablan del reciente descubrimiento de unas pipas en la casa del conocido dramaturgo. Pero esa noticia no es nueva, tiene ya 14 años de antigüedad. Yo la leí en el periódico El Mundo el 3 de marzo de 2001 cuando estaba realizando mi tesis doctoral sobre el movimiento cannábico y escribiendo mi libro sobre Historia Conocida o Desconocida del cannabis (2003). Incluso apareció en un número del año 2003 en la revista Yerba titulado “El poder veneciano en los siglos XIII-XV y la Inglaterra de William Shakespeare”.
William Shakespeare, nació en la primavera de 1564 en la ciudad de Stratford-upon-Avon (Inglaterra). Su padre, John, que fue concejal y fabricante de guantes. Su madre se llamaba Mary Arden que procedía de una acomodada nobleza campesina. El poeta habría cursado durante unos seis años Grammar School o escuela primaria, cuya materia básica era el latín. Anne Hathaway, ocho años mayor que él, con la que se casaría en 1582, le dio dos hijos, Hamnet y Julia. Autor de «Romeo y Julieta», «Hamlet», “Antonio y Cleopatra” entre otros títulos universales. En “Hamlet” su padre murió vertiendo zumo de beleño en su oreja (Callejo, 2006). En 1610, William Shakespeare retornó a su pueblo natal. Murió el 23 de abril de 1616.
¿CONSUMIDOR DE MARIHUANA?
Dicen que su talento podría deberse «no tanto a un cerebro privilegiado sino al consumo de marihuana», según dos científicos de Sudáfrica (El Mundo 3/3/2001). Un artículo que apareció en el periódico «The Independent on Sunday», decía que el paleontólogo Frances Thackeray de la Universidad de Witwatersarandm, en Johannesburgo y el catedrático Nick van der Merwe de la Universidad del Cabo, hicieron un estudio basado en pruebas forenses para así probar que Shakespeare escribió bajo la influencia del cannabis. Ambos hombres, en colaboración con científicos de laboratorios policiales en Pretoria (Sudáfrica), el inspector Tommy van der Merwe, realizaron un análisis químico no destructivo usando tecnología forense en el laboratorio de narcóticos de la policía de Sudáfrica. Utilizaron una técnica llamada cromatografía de gases-espectometría de masas (GC-MS), para analizar el contenido de 24 restos de pipas de arcilla recuperadas de la residencia llamada «New Place», que Shakespeare tenía en Stratford-upon-Avon. Los retos de las pipas son de principios del siglo XVII. En ellas se ha encontrado en 8 restos de pipas cannabis, en dos restos de pipas se han encontrado “rastros de cocaína”, tabaco, alcanfor y extracto de nuez moscada. Se fumaba en pipas de arcilla.
El tabaco fue introducido por Sir Francis Drake y Sir Walter Raleigh en los días de Shakespeare en la Inglaterra isabelina; concretamente Sir Water introdujo el tabaco en Inglaterra desde América del Norte, desde Virginia. En el artículo se indica que Drake había estado en Perú en 1597. John Gerard publicó su Herbario ese mismo año en 1597 en donde aparece el “beleño de Perú” que se puede asociar con la hoja de coca. En el artículo publicado en el diario británico The Independent, Thackeray señaló que en el siglo XVII se consumían diversas clases de tabaco en Inglaterra, incluida la hoja traída desde Norteamérica, con nicotina, y el obtenido de la hoja de coca procedente de Perú.
El artículo “científico” de Francis Thackeray (2015) afirma que “Shakespeare pudo haber sido consciente de los efectos nocivos de la cocaína… Shakespeare prefirió el cannabis como un estimulante para su mente”. Mi opinión es que Francis Thackeray olvida que los primeros arbustos de coca fueron llevados en 1750 de Sudamérica hacia Europa y que en 1859 se alcanzó por primera vez el aislamiento del alcaloide por Albert Niemann. En 1898 se logró la explicación de la constitución y en 1902 la síntesis por Richard Willstätter. Así que es imposible que Shakespeare consumiera cocaína por mucho que aparezca en la cromatografía de gases-espectometría de masas.
Thackeray dice que incluso algunas palabras de Shakespeare describen influencias alucinógenas y menciona que el poeta y autor teatral escribió sobre «la invención de una conocida hierba». En su soneto número 76: “¿Por qué escribo siempre de lo mismo, de una cosa tan sólo,/ y mantengo invención en conocida hierba,/que cada palabra me menciona casi,/ revela su nacimiento y procedencia?”
Se refiere a «una conocida hierba» y a un «extraño compuesto». Y en el soneto número 27 escribe un «viaje dentro de su cabeza». “Cansado de viajar busco en el lecho//Reposo para los rendidos miembros,// Mas otro viaje iniciase en mi mente// Cuando el cuerpo concluye sus trabajos.”
Para Thackeray está claro: la hierba en cuestión sería la marihuana; el extraño compuesto, un preparado alucinógeno y el viaje, un colocón. Por creer, Thackeray cree que la «décima musa» de la que da cuenta Shakespeare en su soneto número 38 podría ser el cannabis. Shakespeare no hizo una mención explícita a las propiedades alucinógenas del cannabis a causa de las posibles asociaciones con la brujería. Shakespeare estaba familiarizado con los trabajos de François Rabelais (1495-1553) que había trabajado con el cannabis.
El cannabis ya se conocía en Inglaterra en el siglo XVII pues fue llevada por exploradores europeos que atravesaron el sur de África donde sabían del uso del cannabis entre la población indígena de esas tierras. El cáñamo se empleaba para fabricar cuerdas o lienzos en esa época en Inglaterra. Incluso el papel en el que se imprimieron algunas de las primeras obras estaba hecho a base cáñamo. Se pretendía conseguir más cáñamo a cualquier precio en Inglaterra.
En 1663 se pasó una ley que cualquier extranjero que se estableciera en Inglaterra o Gales y estableciera una industria relacionada con el cáñamo en tres años podría tomar el juramento de fidelidad al rey y tener los mismos derechos y privilegios que los ciudadanos nacidos en Inglaterra.
La palabra inglesa canvas (lienzo) se deriva de cannabis en referencia a su uso en forma de fibra (Rudgley, 1999, 92). El cannabis era conocido en Inglaterra como “mala hierba del cuello”, “hierba de la horca” (las sogas en aquella época estaban hechas de fibra de cáñamo) o “perejil de Gales”. En partes de Gran Bretaña (en la frontera de Gales, Herefordshire y Oxforshire) los cañamones se utilizaban para adivinar el futuro. Con el fin de adivinar el futuro esposo, una chica tenía que ir sola a la hora de las brujas (de noche) al patio de una iglesia, allí tenía que ir lanzando los cañamones sobre su hombro izquierdo e ir recitando dicho encantamiento: “Semilla de cáñamo siembro, semillas de cáñamo cultivo./El que tenga que desposarme,/venga a mí y siegue.”
Si la chica era afortunada, la forma fantasmal de su futuro marido aparecería detrás de ella segando con su guadaña. Si no era tan afortunada, al volverse vería un ataúd, lo cual significaba que moriría joven y soltera (Rudgley, 1999, 92). La tradición en Irlanda era parecida, las jóvenes doncellas sembraban cañamones durante la víspera de Todos los Santos, creyendo que si así lo hacían descubrirían el espíritu de su futuro marido (Abel, 1980).
Bibliografía
Abel, E.L. (1980). Marihuana: The first 12,000 years. Plenum Press, Nueva York
Callejo, J. (2006). Breve historia de la brujería. Ed. Nowtilus S.L.
Marín Gutiérrez, Isidro (2003). Historia conocida o desconocida del cannabis. Megamultimedia. Málaga.
Rudgley, R. (1999). Enciclopedia de las substancias psicoactivas, Paidos Divulgación, Barcelona
Thackeray F. Shakespeare (2015). Plants, and chemical analysis of early 17th century clay ‘tobacco’ pipes from Europe. South African Journal of Science. 111(7/8), Art. #a0115, 2 pages. http://dx.doi.org/10.17159/sajs.2015/a0115
Os informamos de que, después de un año de trabajo de un equipo de siete traductores, especialistas en distintas ramas, junto con el apoyo de varias personas externas al grupo central y la colaboración de celebridades como Jonathan Ott, Antonio Escohotado, José Carlos Bouso, Manuel Guzmán, Fernando Caudevilla, José Carlos Aguirre y la cantante Alaska, por fin podemos contar con una versión en castellano de las magnas obras de los Shulgin, PIHKAL y TIHKAL, que forman la verdadera Biblia de las drogas de síntesis. La dirección donde se pueden conseguir, mediante reserva, es La Editorial Manuscritos. También puede accederse a través de la web Shulgin.es. Aquí puede leerse el contenido definitivo de los libros.
Para financiar el proyecto, en principio se pensó en hacer un crowdfunding, pero para evitar intermediarios se ha optado porque simplemente la editorial que colabora con el equipo del Proyecto Shulgin en Español, Editorial Manuscritos, que ya tiene una larga trayectoria en el mundo del libro, reciba la cantidad correspondiente a las reservas, y con el resultante se hará la edición y los ejemplares se distribuirán a los interesados. Aparte de conseguir las famosas obras del matrimonio Shulgin, quienes hagan la reserva durante el mes de octubre recibirán, como regalo de bienvenida, el libro Pioneros de la coca y la cocaína, que se vendió hace un par de años en formato impreso y que ahora hemos convertido a digital para poderlo enviar a todos los amigos interesados en PIHKAL y TIHKAL. Tened en cuenta que la única forma de asegurarse los libros es hacer la reserva, ya que no sabemos si podremos imprimir ejemplares adicionales para que la editorial los tenga en fondo y se vendan posteriormente. El plazo para hacerla es durante el mes de octubre; cuando finalice se cerrarán las inscripciones y se encargarán a imprenta los ejemplares para los interesados.
Leed el pdf adjunto, y además de amplia información sobre esta edición especial, podréis saber quiénes están detrás de este proyecto que acaba de finalizar, cuyo resultado está en producción editorial y que después se enviará a imprenta para tener por fin los deseados libros de la pareja Shulgin en nuestro idioma.
«El riesgo es falso; ¿olvidamos que a Al Capone y el crimen organizado los inventó la cruzada contra el alcohol?»
Amante de los juegos de palabras e irónico ante las preguntas demasiado evidentes, Antonio Escohotado (Madrid, 1941), abanderado de la legalización de las drogas, asunto que le llevó la semana pasada al foro Rototom, en Benicàssim, es autor de «Historia general de las drogas». Ha publicado, también, «El libro de los venenos», «Para una fenomenología de las drogas» y «Aprendiendo de las drogas».
NACHO MARTÍN – BENICÀSSIM Si alguien pretendió patentar alguna vez las entrevistas convencionales y «facilonas» de pregunta-respuesta, lo cierto es que no lo hizo pensando en Antonio Escohotado, un personaje que de forma simpática e indoblegable te arrastra a esfuerzo mental de dobles sentidos; de esos repletos de posos entre las líneas del café.
–Se ha hablado de la regulación legal del cannabis como solución a la crisis global. ¿Cree realmente que es así? Incondicionalmente, sí. Ofrecería una tremenda cantidad de puestos de trabajo en un momento que se necesita; y vendrían muchas más personas. Holanda lleva haciendo esto muchísimos años con buenos resultados, manteniendo a 100.000 personas solo con el negocio de los coffee-shops. Aquí podríamos triplicarlo con menos coste energético.
–¿Y por qué no se hace? Solo nos detiene la hipocresía. Hace años en España era más fácil legalizar la marihuana que la homosexualidad, y se optó por legalizar la homosexualidad y no la marihuana. Y que Dios bendiga la homosexualidad legalizada, pero también la legalización de la marihuana. La legalización de la ebriedad.
–¿No comportaría riesgos para la salud de la sociedad? No hay ningún riesgo para la salud, no son más que datos falaces, y los detractores han conseguido mil puestos de venta en la calle. El que diga que fumar está difícil en España es hipócrita o ignorante. En Holanda han pasado 40 años y el consumo ha bajado en un 20%. Y déjeme que le hable del peligro. El principal inconveniente es una generación de jóvenes que se dedica a fumar todo el día y que pierden su tiempo sin sacar sus estudios porque es accesible, porque, ¿cómo la obtendrían si no? Los porros están, y de lo que se trata es de saber si esos porros van a pagar impuestos y dar puestos de trabajo y vamos a dejar de tener esa red criminal light.
–¿Y en cuánto a la salud? ¿Tendría efectos nocivos? La marihuana no tiene más efectos negativos que los alquitranes de la combustión. Nadie ha muerto por abuso de marihuana y sí por el de aspirinas. La diferencia entre las drogas legales e ilegales es la diferencia entre el agua bendita y la del grifo.
–¿Y respecto a los riesgos psicológicos? La marihuana en coffee-shops tendrá menos puntos de venta y ya le digo que en Holanda consumen un 20% menos. Hace tiempo que lo vengo diciendo y no se quiere escuchar. Más claro, el agua, pero del grifo, que la bendita suele ser turbia. Se vende la idea de que la droga es el mal, pero es al contrario. Las drogas son neutras, son las personas las que son plastas o esquizofrénicas.
–¿Cuál es la historia de la droga que no nos han contado en el colegio? ¿Por qué es importante conocerla? Pues si hubieran llegado a ponerla en Bachillerato a mí personalmente me habría beneficiado con una tirada de miles de ejemplares. Pero no lo han hecho. La historia es importante conocerla en general para evitar camelos. El problema es que hay gente que se niega de antemano a escuchar, y al decir que la droga es el mal lo único que consiguen es que sus hijos sean drogadictos autoconsentidos.
–¿Es la cruzada mundial contra la droga una causa de sufrimiento y violencia? La guerra contra la droga la declaró el presidente de EE.UU. Nixon en los años setenta y se acabó como tarde en 2000. Ha ido creciendo una tolerancia creciente a un consumo creciente. Una amnistía secreta. Y en México, 40.000 muertos por la guerra contra la droga; menudo éxito… ¿Todavía habrá que recordar que a Al Capone y el crimen organizado se los inventó la cruzada contra el alcohol?
–¿Son ciertos los viajes místicos y de búsqueda de conocimiento a través de la droga? A mí no me toca tanto ese tema. El uso de la droga es para producir un placer moderado. Lo de los viajes místicos y la búsqueda de conocimiento con la droga no es mi rollo, pero alguna vez sí he viajado con aprovechamiento. Y claro que existen los viajes místicos. Son una religión. Hay por ejemplo dos o tres cultos a la Ayahuasca, una droga 600 veces más potente que la marihuana. Y los riesgos son bobadas. Lo único es que puedes tener un viaje malo, pero nadie ha muerto de eso.
–¿Cuál es el mensaje más importante que quiso dejar en el foro social del Rototom? La moderación es la elegancia. La elegancia es moderación, y esta palabra viene de elegir.
Reefer Madness El Dr. Alfred Carroll se encuentra disertando frente a una reunión de padres acerca de los peligros de la marihuana. Para fundamentar sus ideas, expone el reciente caso de Bill Harper y Jimmy Lane, dos estudiantes modelo que fueron tentados por los traficantes Jack Perry y Ralph Wiley. Pero las desgracias comienzan a sucederse, gracias a los devastadores efectos de la hierba. Jimmy acompaña a Jack a buscar más marihuana, pero termina drogándose y atropella a un transeunte con su auto. Mientras, Bill comienza a bajar sus notas y se enreda con la amante de Jack. Preocupada por su novio, la joven Mary Lane va a buscarlo al departamento de los criminales, pero Ralph Wiley la droga e intenta violarla. Bill aparece súbitamente, totalmente intoxicado, y pelean. Jack interviene y accidentalmente se dispara su arma, matando a Mary. Jack hace creer a Bill, que ha caido desmayado, que él mató a Mary. Pronto Bill es apresado y llevado a juicio, y cuando la condena a la horca parece segura, una disputa en el departamento de los criminales – que culmina con un intoxicado Ralph matando a Jack – termina por develar la verdad. Pero la vida de todos los involucrados ha quedado arruinada, gracias a la droga. Año 1936. Ver «Reefer Madness» en La Videoteca de Cannabis y más
The cocaine friends Un narcotraficante interpretado por Noel Madison huye de la justicia y encuentra a su paso a un joven y su hermana a los que convierte en adictos a la cocaína. Año 1935. Ver «The cocaine friends» en La Videoteca de Cannabis y más
Assassin of youth Dos primas adolescentes se enfrentan salvajemente para ser las merecedoras de una cuantiosa herencia, y no reparan en medios drogas, prostitución y nudismo) para conseguirla. Una valiente reportera toma cartas en el asunto y se sumerge en el submundo de los fumadores de marihuana y del culto al cannabis. Año 1937. Ver «Assassin of youth» en La Videoteca de Cannabis y más
Saludos de Albert Hofmann. Entiendo por recuentos de los medios que sientes que el LSD te ayudó creativamente en tu desarrollo de las computadoras Apple y en tu búsqueda espiritual personal. Estoy interesado en saber más de cómo el LSD fue útil para ti.
Estoy escribiendo poco después de mi cumpleaños 101, pidiendo tu apoyo para el psiquiatra suizo Peter Gasser, que ha propuesto el primer estudio de psicoterapia asistida en sujetos que padecen ansiedad asociada con enfermedades terminales. Este será el primer estudio de psicoterapia asistida en 35 años y lo estará fondeando MAPS.
Espero que puedas ayudar en la transformación de mi hijo problema en un hijo maravilla.
Sinceramente,
A. Hofmann
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Arqueólogos brasileños hallaron decenas de pipas en Río de Janeiro con vestigios de marihuana que al parecer era consumida hace siglos por esclavos procedentes de África y no se descarta que también por los conquistadores portugueses.
«Hay restos de marihuana en las pipas, pero todavía necesitamos hacer más análisis para dar una confirmación» declaró Madú Gaspar, arqueóloga del Museo Nacional.
Los objetos fueron descubiertos en Itaboraí, localidad que fue ocupada por indígenas sambaquieiros hace 4.000 años, y donde será construido un moderno complejo petroquímico.
El lugar fue ocupado hace unos 4 siglos por los portugueses que allí asentaron esclavos traficados de Africa, lo cual dio origen a una comunidad multiétnica, integrada también por indígenas.
«Los portugueses no sabían ni siquiera si los nativos tenían alma ni se debían ser considerados personas pero dependían de ellos, que conocían la región, para poder sobrevivir», reseña la especialista Madú Gaspar, responsable por una muestra que se realiza en Río de Janeiro.
«Es muy posible que la sustancia (marihuana) haya sido consumida por todas las clases sociales y no sólo por los esclavos, hubo una mezcla muy grande entre blancos y negros» señala la investigadora.
Para respaldar la hipótesis de que los portugueses también fumaban cannabis Gaspar consigna que fueron encontrados varios «gravados de la época muestran a mujeres europeas con las pipas». DFB
Continuamos ofreciendo escritos de Albert Hofmann. El artículo que comenzamos en esta entrega narra los orígenes del descubrimiento de la LSD. Su título es «How LSD originated»1 y fue publicado por la fecha en que salía la primera edición alemana de LSD – Mein Sorgenkind. A quienes conozcan el libro autobiográfico de Hofmann seguramente les resultará familiar porque forma parte del material empleado en su redacción.
El artículo fue traducido por Jonathan Ott, junto con los demás textos originales, para la edición inglesa (LSD – My Problem Child) y se publicó en la revista Journal of Psychedelic Drugs2. Incluimos sólo los pasajes más relevantes y omitimos los detalles sobre química. En esta primera parte el buen doctor describe sus inicios en los laboratorios Sandoz, la primera síntesis de LSD y cómo fue desechada por no contar con aplicaciones farmacológicas.
Ott es una figura legendaria en el mundo de la enteogenia y la etnobotánica que no necesita presentación. Poco después de conocer a Hofmann en octubre de 1977, éste le propuso traducir su libro al inglés. Aunque Ott no dominaba el alemán, a Hofmann le pareció más adecuada una persona con formación química y amante de los enteógenos que un traductor experto sin conocimientos de farmacología. Una anécdota que cuenta Ott es que la editorial McGraw-Hill, que iba a publicar la obra en inglés, decidió no hacerlo, a pesar de tener los libros ya impresos, porque a los directivos no les agradaba el tema. Hofmann y Ott salvaron los libros de la quema comprando los ejemplares y recuperando los derechos de autor3.
En cuanto a la revista donde se publicó este artículo, Journal of Psyquedelic Drugs, fue fundada por David E. Smith en 1967, simultáneamente a la creación de Haight Ashbury Free Clinics, una institución -que aún existe- de asistencia gratuita a jóvenes que abusaban de las drogas en aquella época de auge del movimiento hippy4. La revista tomó posteriormente el nombre de Journal of Psychoactive Drugs.
Cómo nació la LSD
Se ha dicho y escrito, una y otra vez, que la LSD se descubrió por casualidad. Esto es correcto sólo en parte porque nació en el transcurso de una investigación sistemática, y sólo más tarde tuvo lugar el famoso accidente. La sustancia ya contaba con cinco años de edad cuando experimenté sus efectos de forma inesperada en mi propio cuerpo; o, mejor dicho, en mi propia mente.
Cuando pienso en los tiempos pasados y en el rumbo que tomó mi carrera profesional -la cual me llevó a sintetizar la LSD-, recuerdo la decisión que debí tomar tras finalizar mi formación como químico. Si en algún momento hubiese elegido un camino distinto, entonces esta sustancia que ha alcanzado fama mundial con el nombre de LSD, probablemente nunca habría visto la luz. Por ello, si voy a contar la historia de su origen, debo describir también brevemente mi carrera como químico, que está inseparablemente unida a la droga.
En la primavera de 1929, al concluir mis estudios de química en la Universidad de Zurich, me uní al laboratorio de investigación químico-farmacéutica de Sandoz, en Basilea, como ayudante del profesor Arthur Stoll, fundador y director del departamento farmacéutico. Elegí este empleo porque me ofrecía la oportunidad de trabajar con sustancias naturales, mientras que otras dos ofertas de industrias químicas de Basilea habrían supuesto trabajar con productos de síntesis.
Primeras investigaciones químicas
Mi tesis doctoral bajo la dirección de Paul Karrer ya había desvelado mis preferencias por la química orgánica. Con la ayuda del jugo gastrointestinal del caracol de la vid, conseguí la degradación enzimática de la quitina, el material estructural del que están compuestas las conchas, las alas y las garras de los insectos, los crustáceos y otros animales inferiores. La estructura química de la quitina podía obtenerse del producto de esta degradación, un azúcar nitrogenado. La quitina resultó ser un análogo de la celulosa, el material estructural de las plantas. Este hallazgo tan importante, que me llevó sólo tres meses, me permitió realizar una tesis doctoral que fue calificada «cum laude».
Cuando entré en la empresa, el personal del departamento químico-farmacéutico era más bien modesto. Cuatro doctores en química trabajaban en investigación y tres en producción. En el laboratorio de Stoll me encontré con un puesto de trabajo como químico de investigación que me agradaba. El objetivo del laboratorio del profesor Stoll era la síntesis y preparación, en forma pura y por medio de cuidadosas técnicas, de los principios activos de diversas plantas medicinales conocidas. Esto es especialmente importante en el caso de plantas cuyos principios activos son inestables o cuya potencia está sujeta a gran variación, lo que hace que resulte difícil conseguir una dosificación exacta. Pero si disponemos del principio activo en su forma pura, tendremos la posibilidad de obtener una preparación farmacéutica estable y cuantificable. Además de estas consideraciones, drogas de origen vegetal conocidas desde hace tiempo, como por ejemplo la dedalera (Digitalis), la escila mediterránea (Scilla maritima) y el ergot (Secale cornutum) -que, debido a su inestabilidad y su dosificación difícilmente medible, habían encontrado sólo una aplicación limitada en el pasado- fueron estudiadas por el profesor Stoll. Los primeros años de mi trabajo en los laboratorios Sandoz los dediqué casi exclusivamente al estudio de los principios activos de la escila mediterránea (…) Mi principal contribución a la investigación sobre la escila, en la cual participé con entusiasmo, fue la elucidación de la estructura química del núcleo común de sus glucósidos, mostrando por un lado las diferencias respecto a los glucósidos de la digital, y por otro lado su estrecha relación estructural con los principios tóxicos aislados a partir de las glándulas cutáneas de los sapos. En 1935, este proyecto llegó a una conclusión transitoria.
En busca de un nuevo campo de investigación, propuse al profesor Stoll continuar el estudio de los alcaloides del ergot que él había iniciado en 1917, y que le llevaron a la síntesis de la ergotamina en 1918. La ergotamina, descubierta por Stoll, fue el primer alcaloide del cornezuelo obtenido en forma químicamente pura. Aunque rápidamente ocupó un lugar importante entre los medicamentos con el nombre de GynergenÒ, como remedio hemostático en obstetricia y como medicamento para tratar la migraña, la investigación química de los laboratorios Sandoz fue abandonada tras aislar la ergotamina y determinar su fórmula empírica. Mientras tanto, a comienzos de los años treinta, en laboratorios ingleses y americanos se había comenzado a determinar la estructura química de los alcaloides del ergot. Además, se había descubierto un nuevo alcaloide hidrosoluble que también obtenerse a partir del líquido madre del cual se extraía la ergotamina. Por tanto, parecía ser un buen momento para retomar las investigaciones sobre los alcaloides del cornezuelo, si Sandoz no quería correr el riesgo de perder su liderazgo en este campo de la investigación médica.
El profesor Stoll estuvo de acuerdo con mi solicitud, pero comentó: «Debo hacerle una advertencia sobre las dificultades que encontrará al trabajar con los alcaloides del ergot. Son sustancias muy sensibles y se descomponen con facilidad; su estabilidad es muy diferente de la de los compuestos con los que ha trabajado usted en el campo de los glucósidos cardiotónicos. No obstante, si lo desea, puede intentarlo».
Con esto quedó marcado el camino que me conduciría al tema principal de mi carrera. Aún recuerdo la sensación de placer que tuve al pensar en todo lo que podía descubrir en este campo tan poco estudiado (…)
El ácido lisérgico y sus derivados
El ácido lisérgico demostró ser una sustancia inestable (…) Logré aislar una buena cantidad de compuestos derivados suyos (…) La sustancia número veinticinco en esta serie de derivados era la dietilamida del ácido lisérgico, LSD-25 para abreviar, que sinteticé por primera vez en el año 1938. Mi propósito era obtener un estimulante circulatorio y respiratorio (un analéptico), propiedades que eran de esperar porque tiene una estructura química similar a un analéptico ya conocido en aquella época, la dietilamida del ácido nicotínico (CoraminaÒ). Durante las pruebas con LSD-25 en el departamento farmacológico de Sandoz, cuyo director era el profesor Ernst Rothlin, se demostró su potente acción uterotónica. Además, se observó que los animales a los que se administraba no dejaban de moverse. Sin embargo, esta nueva sustancia no despertó mayor interés entre nuestros farmacólogos y médicos, y no se realizaron más pruebas con ella.
Durante los cinco años siguientes no se hizo nada con la sustancia LSD-25. Mientras tanto, mi trabajo sobre el cornezuelo avanzaba en otras direcciones (…) La investigación sobre los alcaloides del ergot fue tarea mía en exclusiva. Incluso los pasos referentes a las presentaciones comerciales los di yo. Me refiero a la preparación de grandes cantidades de estas sustancias para los ensayos clínicos, y a los procedimientos para la producción en masa de MethergineÒ, HydergineÒ y DihydergotÒ.
Referencia del artículo: «How LSD originated», Journal of Psychedelic Drugs, Vol.11, 1-2: 53-60, enero-junio 1979. Gracias a Rick Doblin (http://www.maps.org) por autorizarnos a traducirlo.
Web de la revista Journal of Psychoactive Drugs: http://www.journalofpsychoactivedrugs.com/
Ott, Jonathan: «Albert Hofmann y LSD». Revista especial 100 aniversario de Albert Hofmann. Edición conjunta Ulises – Cáñamo, año 2006, páginas 16-22.
Web de Haight Ashbury Free Clinics: http://www.hafci.org/
En la presente entrega comenzamos a ofrecer parte del legado de Hofmann inédito en español. En nuestro idioma contamos con las siguientes obras: LSD – mein Sorgenkind, publicada con el título deHistoria del LSD; Einsichten – Ausblicke, publicada con el título de Mundo exterior, mundo interior; y un librito de diálogos, El dios de los ácidos. Con Hofmann como coautor, tenemos El camino a Eleusisy Plantas de los dioses1.
Sin embargo, su labor investigadora -como la de cualquier científico- se desarrolló a través de los artículos escritos para publicaciones especializadas. Por esta razón, siguiendo con nuestra idea de divulgar su obra y sus ideas, iremos ofreciendo interesantes artículos que andaban dispersos por revistas científicas, que se han logrado reunir gracias a los esfuerzos de MAPS, la Fundación Albert Hofmann, el Heffter Research Institute, y la Fundación Promind2,y que no están disponibles en español. Omitiremos las partes más técnicas y de menos interés para los legos en química, y dejaremos las más interesantes para el público drogófilo, con algunos comentarios nuestros. Comenzamos, no con un artículo, sino con el discurso -también inédito en nuestro idioma- que Hofmann pronunció en la clausura del Simposio LSD, el cual tuvo lugar en Basilea en enero de 2006 para celebrar su 100º cumpleaños. Pronunciado unos dos años antes de su muerte, constituye una magnífica despedida ante sus amigos y el mundo en general3.
Discurso de Hofmann en el simposio con motivo de su 100º cumpleaños
«Deseo encontrar las palabras adecuadas para expresaros mi gratitud a todos. No sé por dónde comenzar, pero quizá sea mejor empezar mencionando a Dios, luego a mis padres y a mis maestros, y después a mi padrino, que me permitió estudiar química, ya que mis padres no tenían dinero y tuve que trabajar para ganarlo. Mi padrino me pagó los estudios, gracias a lo cual tuve la oportunidad de estudiar química. Quisiera seguir con los agradecimientos, o de lo contrario comenzaré a decir muchas cosas que me vienen ahora a la mente. Agradezco a los organizadores este maravilloso simposio; a Lucius Werthmüller y Dieter Hagenbach, mis viejos y queridos amigos, que lo hicieron posible. Muchas gracias. También quiero dar las gracias a todas las personas presentes que han contribuido a difundir por el mundo el mensaje de la LSD. Y, finalmente, doy las gracias a la LSD, que apareció de forma tan discreta y misteriosa. Creo que si en aquel momento hubiera trabajado siguiendo todas las normas higiénicas, la LSD nunca se habría dado a conocer. Entró en mi cuerpo de algún modo y se manifestó. Me pidió -puesto que yo era investigador- que investigara sus orígenes. La experiencia que tuve, ese primer viaje con LSD, fue involuntaria. Fue una experiencia maravillosa y me sentí obligado a descubrir su causa. Y, al buscar sus orígenes, escuché una misteriosa voz que pude identificar como la de la LSD. Sin este pequeño percance que, por supuesto, no fue un percance (seguramente era mi destino descubrir esta sustancia); sin mis trabajos en química, pero también sin mi descuido al manipular la sustancia, este descubrimiento no habría sido posible. Creo que la LSD me dijo: ‘Preséntame al mundo para que no caiga en el olvido’. He tenido la oportunidad de contar con amigos gracias a los cuales se ha difundido el testimonio de la LSD, hasta llegar a esta maravillosa conferencia. Y se extenderá más, gracias a vosotros, hasta darse a conocer a todo el mundo. Os agradezco vuestra presencia para honrar a mi ‘hijo problemático’ que, gracias a este evento, se ha convertido en un hijo maravilloso».
La psilocibina
El consumo de enteógenos está muy extendido en nuestros días. Es sobradamente conocido que Albert Hofmann descubrió la LSD, el enteógeno más popular y con más repercusión social y cultural, especialmente a finales de los sesenta y comienzos de los setenta, coincidiendo con el apogeo del movimiento hippy. No obstante, como ya mencionamos en entregas anteriores, el buen doctor también investigó los hongos mágicos mexicanos y logró aislar sus principios activos, la psilocibina y la psilocina. Publicó varios artículos sobre esos estudios, algunos en colaboración con científicos como Stoll, Troxler y Heim; de todos ellos ofrecemos el que nos parece menos técnico y más divulgativo.
«Aspectos químicos de la psilocibina, el principio psicotrópico del hongo mexicano Psilocybe mexicana»4.
Desde los tiempos precolombinos, los indios de México han convertido la ingestión de ciertos hongos en parte de sus ritos religiosos; los hechiceros de las tribus comían estos hongos para adquirir clarividencia. Un etnólogo norteamericano, Robert Gordon Wasson, junto con su esposa, realizó varias expediciones a regiones remotas de México entre 1953 y 1955. Ellos estudiaron la forma en que se utilizan esos hongos actualmente, y describieron sus experiencias sobre los estados alucinatorios que tienen lugar en los rituales1. Roger Heim, director del Museo Nacional de Historia Natural de París, acompañó a Wasson en una expedición a los territorios de los mazatecas, chatitos y aztecas, en verano de 1956. Pudo clasificar y describir estos hongos2: todas las especies eran hongospileate (basidiomicetos), pertenecientes a la familia de las estroforiáceas. Heim tuvo éxito, junto a R. Cailleux, en la tarea de cultivar varios de estos hongos en su laboratorio de París3. El material de un hongo en concreto, Psylocibes mexicana, fue enviado al laboratorio de investigación de Sandoz, en Basilea, para ser investigado químicamente. En primavera del año 1958, el principio psicotrópico fue aislado en forma cristalina. Se le llamó psilocibina4. Está presente en las esporoforas, el micelio y el esclerocio del hongo. A. Brack y H. Koben desarrollaron en nuestros laboratorios un método mejor para cultivar el micelio y el esclerocio a gran escala5. De este material se ha logrado aislar varios gramos de psilocibina, cantidad suficiente para las investigaciones químicas, farmacológicas y clínicas preliminares. La estructura de la psilocibina se ha descubierto recientemente y confirmado por síntesis6. Lo que sigue es una breve descripción de su estructura química.
La psilocibina forma cristales blancos que son fácilmente solubles en agua, pero prácticamente insolubles en los disolventes orgánicos usuales. Es anfotérica, es decir, forma sales tanto con ácidos como con bases. El análisis de la psilocibina y un estudio de su espectro y reacciones al color han revelado que es un derivado del indol, con sustitución en el núcleo del benceno. Se le asignó de forma provisional la fórmula C13H18(20)O3N2P2, pero estudios posteriores de degradación han mostrado que en realidad es C12H17O4N2P. Con la hidrólisis, la molécula de psilocibina se divide en dos, dando lugar a 4-hidroxi-dimetiltriptamina y ácido fosfórico. De este modo, la psilocibina posee la siguiente fórmula estructural:
Esta fórmula ha sido confirmada por la síntesis de psilocibina. El compuesto obtenido era idéntico en todos los aspectos a la psilocibina natural.
La psilocibina es otro ejemplo más de la importancia de la estructura del indol en los compuestos psicotrópicos. Está estrechamente relacionada con importantes -y presentes en la naturaleza- derivados de las hidroxitriptaminas como la serotonina (5-hidroxi-triptamina), la bufotenina (5-hidroxi-dimetiltriptamina), la bufotenidina (base cuaternaria de la bufotenina), la dehidro-bufotenina y la bufotionina. La semejanza estructural con la bufotionina, aislada a partir de la piel de los anfibios7, es sorprendente. Ambos compuestos son ésteres ácidos de un derivado de la hidroxi-dimetiltriptamina; uno es un éster del ácido fosfórico, y el otro del ácido sulfúrico.
Al ser un derivado del indol, la psilocibina está también relacionada con los alcaloides indólicos psicotrópicos, como por ejemplo la tabernantina, la harmina y la reserpina. Existe una relación especial entre la psilocibina y la dietilamida del ácido lisérgico, el psicotomimético más potente conocido hasta ahora. Estos dos compuestos son derivados del indol con sustituciones en la posición 4. La psilocibina y los alcaloides del ergot, incluyendo la LSD, son únicos en lo que respecta a poseer esta especial característica estructural (…).
Obras de Albert Hofmann: Historia del LSD, Editorial Gedisa.Mundo interior, mundo exterior,Los libros de la liebre de marzo. El dios de los ácidos, Editorial Siruela. El camino a Eleusis, FCE. Plantas de los dioses, FCE.
En la dirección http://www.maps.org/sys/w3pb.pl se puede consultar la World Wide Web Psychedelic Bibliography, con muchos artículos originales de Albert Hofmann. Nuestro más sincero agradecimiento a Rick Doblin, presidente de MAPS, por autorizarnos a traducir este valioso material.
Web del Simposio LSD: http://www.lsd.info. En http://www.youtube.com/watch?v=dCZDwTQtbDk puede verse un extracto del homenaje a Hofmann. En http://www.youtube.com/watch?v=SInkOigeGno&eurl tenemos su discurso de despedida, con subtítulos en inglés. Transcripción del discurso de Albert Hofmann, en inglés: Erowid F, Erowid E. «The Spirit of Albert». Erowid Extracts. Jun 2006;10:24-25.
Referencia original del artículo: «Chemical aspects of psilocybin, the psychotropic principle from the mexican fungus, Psilocybe mexicana heim». Neuro-Psychopharmocology. Proceedings of the 1st International Congreso of Neuro-Psychopharmacology, Roma, Septiembre de 1958. Ed. By: P. B. Bradley, P. Deniker, C. Radouco-Thomas. Elsevier, Ámsterdam, London, New York, Princeton 1959, p. 446-448.
Notas del artículo de Hofmann
Valentia P. Wasson and R. G. Wasson, Mushrooms, Russia and History, Pantheon Books, New York, 1957.
Es imposible resumir la vida y obra del filósofo Antonio Escohotado (Madrid, 1941) en unas pocas líneas sin dejar fuera lo fundamental, pero intentemos un esbozo: tras pasar su infancia en Brasil, se licencia en Derecho a finales de los sesenta y comienza a trabajar en el Banco Español de Crédito. Poco después lo deja todo para irse a vivir a una cabaña en Ibiza, donde traduce a Marcuse y Hegel, escribe sobre metafísica y comienza a experimentar con las drogas. En los ochenta pasa dos años en prisión acusado de tráfico de estupefacientes y allíí culmina la monumental obra Historia general de las drogas, que lo convierte en una autoridad mundial en el tema y un personaje público siempre envuelto en la polémica. Posteriormente muestra interés por la física cuántica y escribe Caos y orden, que obtiene el Premio Espasa de Ensayo. Durante los últimos once años se ha volcado en la economía, pasión de la que da cuenta su impresionante Los enemigos del comercio, libro del que publicará en septiembre una segunda parte. Parece gozar de una salud indestructible —ha tomado tantas drogas que casi nos deja al resto del mundo sin ninguna—, una curiosidad intelectual insaciable y una fecundidad digna de un sultán (es padre de ocho hijos). Pero si algo hay que destacar es su carácter cordial y profundamente empático. Antonio Escohotado nos recibe en su casa:
En tu libro Los enemigos del comercio trazas el recorrido histórico del comunismo, remontándote hasta hace 2.000 años, con aquellos que consideraban la propiedad privada “un robo y el comercio su instrumento”. ¿Te definirías como anarcocapitalista?
No lo sé, todo el trabajo que hago últimamente es intentar evitar etiquetas y simplificaciones. Anarcocapitalista parece ser la obra de Nozik y aún más la obra de Hayek. Anarquismo es rechazar el autoritarismo, un invento feliz y atractivo para cualquier persona que tenga respeto por los demás y por la inteligencia. Lo que pasa es que esta formulación tan sencilla —“el anarquista es el que frena al autoritario”— en la práctica resulta en otra cosa. Sale una pandilla de rusos muy raros que están deseando es destruirlo todo —los nihilistas— que piensan que tras esa destrucción, de repente, va a emerger una racionalidad y un sentido nuevo de las cosas. De modo que no podemos declararnos anarquistas si nos atenemos a los precedentes prácticos (risas). Respecto al capitalismo: el capital es trabajo acumulado, así que capitalistas somos todos y siempre lo seremos. Lo que pasa es que algunos no han podido acumular su trabajo de manera que les permita vivir mañana y a esos desdichados los podemos llamar no-propietarios, o proletarios. Dentro del capitalismo, están el capitalismo de Estado —que es el que aplicaban los romanos o el Sha de Persia— y el capitalismo privado. El cual comienza con una serie de personas que, en la disyunción entre el más allá y el más acá, dijeron: “a mí me basta con mi profesión”. Centraron su fervor en una maestría que les permitiese trabajar por cuenta propia. A esto lo podríamos llamar el alma puritana.
En ese sentido suele relacionarse el auge del capitalismo con la ética protestante, como en la obra de Max Weber.
Sí, por ejemplo en el tomo segundo de Los enemigos del comercio desarrollo un aspecto que Weber no ha estudiado y que me parece muy interesante: el cómo las sectas puritanas en Estados Unidos crean el capitalismo específicamente norteamericano. Porque da la casualidad de que son sectas comunistas. Son siete —cuatro de ellas alemanas y dos inglesas— apoyadas en los recursos que tienen los cuáqueros, otra secta importante. Porque cuáquero fue William Penn, el gobernador de Pensilvania, que decidió no quedársela sino hacer un estado; luego, los estatutos de Pensilvania son un 80% de la constitución norteamericana. Pues bien, aprovechándose de que los cuáqueros poseían el Merchant Adventurers —que era una compañía que llevaba bienes y personas a uno y otro lado del atlántico— se compadecieron de unas iglesias reformadas, independentistas, que no eran comunistas cuando vivían en Europa pero cuando llegaron a Estados Unidos y viendo las dificultades enormes que tenía que sacar adelante, se hicieron comunistas. Todo esto no es conocido pero es muy interesante: ver cómo un comunismo que no es obligatorio, que no quiere doblegar al otro, que es un comunismo instrumental, puede ser una fuente inexorable de prosperidad, paz y respeto mutuo. Aún ahora, cuando inspeccionas el panteón fundacional del capitalismo norteamericano, lo que aparecen son los “shakers”, los rapitas, los zoaritas, los amanitas… esas sectas comunistas originales.
Sueles criticar duramente la revolución francesa y reivindicas la revolución norteamericana como la auténticamente liberal.
Es que en la Revolución Francesa se produce una oposición entre conseguir la autonomía personal y conseguir la autonomía nacional, por eso llega Robespierre y, con él, el Terror. Porque dice que la libertad debe ser el cumplimiento colectivo, la satisfacción general del pueblo. Vale, pero ¿por qué demonios excluye los derechos civiles? ¿Por qué coincide el establecimiento de la libertad con que se llame “liberticida” al disidente? ¿Por qué “libre” significa “patriota”? La Revolución Americana, en cambio, se consuma sin sangre. La única sangre derramada está en la Guerra de Independencia. Pero cuando se vence, los muchos realistas que quedan son gentilmente invitados a respetar la nueva Constitución, a irse a Canadá o a volver a Inglaterra.
En esa línea es curioso como Estados Unidos en su día compró Alaska en vez de haberla invadido militarmente, que es lo que siempre se había estado haciendo.
Y lo mismo hizo con la Luisiana, en la famosa compra de Jefferson a Napoleón. Yo intento documentarla con detalle, porque Jefferson dice de él que no sólo es un payaso, sino un muerto de hambre. Ellos querían comprar el puerto de Nueva Orleans y de repente Napoleón estaba tan mal de dinero —como siempre les pasa a estos señores que andan haciendo guerras— que ofreció toda la Luisiana que acababa de robarle a los españoles. Y Jefferson le dijo al embajador “¡Compra!”.
Pero, por otro lado, también se asocia el capitalismo con el imperialismo. El imperialismo europeo decimonónico, suele decirse, fue consecuencia del desarrollo capitalista.
Hobson, que luego influiría mucho en Keynes, es quien más estudió el momento dramático inmediatamente anterior a la Primera Guerra Mundial, cuando Alemania intenta abrirse camino estableciendo colonias por el mundo. Ante su poder intelectual e industrial, sus universidades y sus fábricas, a Alemania le resulta absurda la situación de no tener posesiones en el extranjero, a diferencia de Francia o Inglaterra. Ahí es cuando se plantea el vínculo entre imperialismo y capitalismo. Hobson, a mi juicio, es un pensador al que no se le concede ahora el mérito que tiene. En parte porque Lenin lo aprovecha para sus propios fines y lo combina con un libro que acababa de publicar Rosa Luxemburgo acerca del capitalismo, que no se podría mantener sin convertirse en imperialismo. Cuando lees a Hobson te das cuenta de que él no dice eso, sino que el capitalismo sufre una crisis interna recurrente –eso ya lo había visto Sismondi un siglo antes—, tratando de conseguir un estímulo del consumo basado en que no se extreme el ahorro. Y esto lo podemos llevar a las sectas puritanas en las que el dogma ha sido “trabaja y ahorra”. Lo que Hobson reclamó, como hizo antes Sismondi y luego Keynes, es “trabaja, pero parte de tu ahorro empléalo en el consumo o si no esto no se podrá mantener”.
Esto, en la sociedad actual ocurre de manera más acentuada.
Ahora es evidente; ha habido tantísima liquidez que para que las ratas no se comiesen los almacenes de efectivo la solución ha sido invertir. Y claro, “la inversión de la inversión de la inversión” ha llevado a esta ingeniería financiera. Yo dedico en Caos y orden dos capítulos a la ingeniería financiera de los que estoy satisfecho, porque el libro es de 1999 pero, leídos ahora, se ve que son una descripción de lo que pasó con Lehman Brothers. Se empieza a hacer lo que llaman ellos “productos garantizados” en base a unos cálculos supuestamente sofisticados e infalibles, sobre que si inviertes en bonos del tesoro coreano y luego inviertes también en General Electric… etc. Y que si haces una diversificación de cartera quedas absuelto de riesgo. ¡Mentira! Lo que haces es aumentar la volatilidad de esos productos al máximo. Pero date cuenta de que esto es inevitable.
Según algunas voces esto habría sido consecuencia de la desregulación bancaria, de un exceso de liberalismo.
Pero estas personas deberían estudiar el caso para ver cómo lo regularían ellos. Igual que hablan de neoliberalismo y no saben lo que dicen —porque no saben distinguir neoliberalismo de liberalismo— tampoco son capaces de identificar cuáles son los mecanismos de regulación a los que aspiran. ¿Significa esto que no pueden hacerse transacciones a través de Internet, por ejemplo? Esto es lo que en el fondo se está pidiendo. La velocidad de traslación de capitales que Internet permite… si quieren decir esto, que lo digan. Pretender que el liberalismo saca al Estado de la actividad económica es ignorancia.
¿Y aquellos que defienden por ejemplo la Tasa Tobin?
Lo mejor en esos casos es leer lo que decía el propio Tobin cuando los anti-globalización pretendieron imponer dicha tasa. Y él decía “lean mis libros, entérense de lo que realmente hablo”. Es un poco absurdo que se estén citando unos consejos escritos antes de que apareciese Internet, cuando él no defendía eso. Señores, infórmense. Que es, por lo demás, lo que me pasa a mí, que a los cuarenta años me tuve que poner a estudiar matemáticas, a los sesenta me tuve que poner a estudiar física de partículas y ahora a los setenta estudio economía política. Con todo lo mal que va el mundo en muchos sentidos, en este ámbito de la información disponible va fenomenal. Para las personas que quieren informarse, es un momento idóneo.
Ahora con Internet parece que las posibilidades son enormes, pero es difícil distinguir la información veraz entre todo lo que se escribe…
Evidentemente. En la Wikipedia puedes encontrar una información perfecta si buscas Carlay o Epicuro, y muy discutible si te hablan de derivados financieros. Porque en un caso hay propaganda y en el otro no. Es función del entendimiento individual. Lo que hay que entender es aquello que decía Holderlin: “donde crece el peligro, crece la salvación”. Cuando alguien viene y nos ofrece una situación segura, hay que preguntarle inmediatamente ¿Qué me vas a ordenar a cambio de esta seguridad que me ofreces?
El comunismo tradicionalmente ha gozado de mucho prestigio intelectual y moral. ¿Por qué?
Porque proviene del cristianismo y detrás tiene la constelación mesiánica, la gran promesa de superar el estado de cosas. Es lo que Marx llama “Ley general de desarrollo”, donde las clases sometidas expulsan a las clases sometedoras: el proletariado expulsa a la burguesía en una versión actualizada de “los último serán los primeros”. El mesianismo es algo que tiene un pie en la consciencia y otro en la inconsciencia, es un arquetipo universal. El Mesías es el chivo expiatorio racionalizado y el chivo expiatorio está tan conectado con nuestro sistema nervioso como la tendencia humana a desplazar el mal de un lado a otro, la transferencia del mal. Si lees a Marx verás cómo desprecia esas tonterías del paraíso de Adán y Eva, que no son nada en comparación con las comodidades efectivas que ofrecerá el comunismo una vez aplicado.
El profesor de psicología de Harvard, Dan Gilbert, dice que mucha gente no comprende realmente el funcionamiento del mercado. Según él, un error muy frecuente es considerar el precio de las cosas como una esencia invisible del objeto y no como una relación dependiente del contexto, de la oferta y la demanda. Es decir, muchos creen que una hamburguesa debería costar siempre y en todo lugar tres euros, y si te cobran más, aunque estés en medio del desierto, es un robo.
¿Gilbert se llama?, qué gracia. Oferta y demanda es lo que en derecho se llama autonomía de la voluntad. Cada vez que decimos que hay que superar el mercado lo que se quiere decir es: queremos que nos digan qué producir. Es bastante gracioso que se personalice, igual que Marx a veces pone “Capital” con mayúscula y pasa a llamarlo “Monsieur le Capital”. Él, que tanto habla de los fetiches, fetichiza el capital, que no es nada más que trabajo acumulado. El gran problema del comunismo es intentar medir el valor como trabajo por unidad de tiempo. Eso es tan disparatado como imaginar que Picasso pinta una paloma y le toma tres segundos, y eso vale tanto como la pintura que hagamos tú o yo de una paloma. Pues no es así, lo sentimos mucho (risas). ¿Por qué demonios ciertos trabajos son enormemente valiosos, como los poemas de Verlaine, y lo que escribió El Tostado no vale nada? Porque hay autonomía de la voluntad. Si no reinase el deseo, reinaría la planificación.
¿Esa oposición a la planificación de un poder centralizado frente a la existencia de múltiples agentes autoorganizándose, podría ser lo que inspira las protestas de Sol?
Vendría bien que estas personas de Sol releyeran la dialéctica del amo y el siervo tal y como la plantea Hegel en su Fenomenología del espíritu. Se darían cuenta de que no puede interrumpirse el movimiento. Las cosas son producto de la evolución y para evolucionar necesitan atravesar etapas de contradicción. Sin contradicción no hay progreso. Que un planificador central dé paso a una autoorganización localizada es algo inevitable y además deseable. Pero fíjate tú que ahora mismo el problema de España es tener que pagar el Estado central y el autonómico. Eso no quiere decir que no debamos tener autonomías, quiere decir que hemos de ser humildes y admitir que no vamos a encontrar ninguna solución definitiva. Vamos hallando remedios al problema fundamental de la vida en sí, que tiene que alimentarse de otra vida. En el momento en que descubramos el fusor, que requerirá una temperatura de millones de grados para tirar ahí una piedra y extraer dos megavatios cambiará la situación. Hasta entonces, hemos de tener todos los días mil millones de pollos mantenidos en condiciones atroces, incompatibles con la dignidad que deberíamos otorgar a otras formas de vida. Pero lo fundamental es que no vamos a encontrar soluciones definitivas, eso es lo que hay que decir a los chicos de Sol. No se trata de romper lo establecido, sino de perfeccionarlo. Les diría también que igual que antes fue necesario separar a la Iglesia del Estado, ahora es necesario separar a la clase política de la economía. Esa es la asignatura pendiente de nuestro tiempo, ya hemos visto lo que ha pasado por ejemplo con las cajas de ahorros.
Respecto a la clase política, parece que critican su separación de la ciudadanía.
La clase política es imprescindible en las democracias representativas con densidades de población muy grandes. Es inevitable que algunas personas sean descargadas de otros trabajos para dedicarse a funciones legislativas, ejecutivas y judiciales. Es imprescindible, pero manteniendo un control sobre su crecimiento. Nos encontramos con una clase política que en el pasado nos liberó de los salvadores tipo Hitler, Stalin y otros totalitarios, pero ahora esa clase política ha crecido demasiado y hay que controlarla para que no asfixie al poder judicial, para que no corrompa al poder legislativo y no aumente su poder hasta extremos absurdos su poder, como por ejemplo en la cruzada contra las drogas.
En tu libro Sesenta semanas en el trópico cuenta que en los años sesenta intentaste ingresar en el Vietcong para combatir en la selva vietnamita a los marines americanos.
Claro que sí, es que era indignante. Yo me despertaba cada mañana indignado con las noticias de que estaban bombardeando con Napalm a aquella pobre gente que solamente tenía su coraje y un AK-47 para resistir al invasor. Creo que si volviese a producirse una situación así y no tuviera setenta años volvería a ofrecerme voluntario. Por fortuna, el cónsul vietnamita dijo que aquello era muy duro y que ningún europeo lograría sobrevivir, pero también me dijo que hubo miles de europeos y americanos que pasaron por su consulado parisino para ofrecerse voluntarios.
En ese libro da la impresión de que acabaste realmente harto de los tailandeses.
Es que son personas que no están acostumbradas a recibir residentes, acogen al turista una semana y ya está. Pero si vas allí y pides que te traten como a uno más, como se trata a los inmigrantes en Europa, entonces la cosa se torna muy dura. Ellos se llaman orgullosamente “gitanos”, no se dan cuenta de que en Europa no es un término de exaltación o prestigio. Y tienden a tratar a los visitantes de una forma un tanto expoliatoria, obligándote por ejemplo a renovar el visado todos los meses para sacarte más dinero. Si en Europa se pidiese algo equivalente a los inmigrantes, los arrasaríamos por completo. La idea es que haya reciprocidad. El trato al extranjero es muy duro, he visto en las comisarías de Tailandia a birmanos encadenados en muy malas condiciones sanitarias, simplemente por haber entrado ilegalmente al país.
Narras también un viaje a Brasil, organizado por una pequeña agencia de viajes española, que consiste en tomar ayahuasca en una cabaña en medio de la selva durante una semana. ¿Lo recomendarías a nuestros lectores?
La ayahuasca es un fármaco del mayor interés. En primer lugar es sana, es increíble pero es como un purificador orgánico. La gente que toma Prozac o antidepresivos toman la mitad de la ayahuasca, la beta-carbolina. Si comes algo mientras tomas ayahuasca sufrirás una tremenda diarrea y vomitona, sin embargo al día siguiente te sientes nuevo y estimulado. Si además tomas una dosis suplementaria, tendrás un viaje. Ese viaje es como el de LSD y tiene todos los peligros para quien se lo tome trivialmente. El que va allá para aplacar el aburrimiento se encontrará con un genio como el de Aladino que le aplastará como a una colilla, porque su finalidad es incorrecta y merece ser castigada. Pero si no, tiene la ventaja respecto al ácido de que mientras un viaje con éste puede durar veinte horas, el de ayahuasca no dura más de dos. Sin embargo es igual de profundo, incluso más sentimental. Yo creo que deben estar convenientemente guiadas por personas competentes, capaces de decir “mira chico, yo a ti te veo neurótico, mejor no tomes esto” y al otro “te encuentro preparado, pero antes debes formarte un buen criterio y prepararte un cuadro de preguntas que te vas a hacer a ti mismo durante el viaje psíquico”. En esas condiciones puede que aproveche a nueve de cada diez personas.
El contacto con la naturaleza juega una parte importante del proceso, ¿no?
Claro, en este caso estábamos en un afluente del Amazonas, en el centro de una naturaleza tan vivaz que durante la noche era de un estruendo comparable a estar en plena Times Square, en Nueva York. Había que ponerse tapones en los oídos para poder dormir. Yo estaba aterrorizado porque acababa de separarme y pensé que viajar me iba a matar. Estaba muriéndome orgánicamente pero además iba a morirme psíquicamente. Me intenté resistir a tomarlo durante un par de días, pero al final me dije “no seas cagueta” y me vino bien. No recomendaría tomar LSD más que en condiciones muy restringidas, en cambio con la ayahuasca, al requerir otras condiciones y por su propio rigor, los peligros se reducen.
¿Y con estas drogas existen peligros para la salud mental, riesgo de acabar en un psiquiátrico?
Yo no he conocido a nadie que no estuviera loco de antes de tomar estas cosas. He sido muy amigo de Albert Hoffman, que me llamaba su hijo espiritual, y me dijo que tampoco conoció a nadie que hubiese perdido la salud mental con el uso de estas cosas. También me lo dijo Ernst Jünger. Si sumas la experiencia de nosotros tres a lo mejor equivale a la de varios miles de personas, no es una inducción completa, pero es relativamente válida.
Sueles hablar de las drogas como una vía de conocimiento. ¿Qué te han enseñado?, ¿es algo que puede ser descrito con palabras?
Aprendiendo de las drogas es como se titula uno de mis libros. Sucede una cosa graciosa con él. Se publicó originalmente en Mondadori como El libro de los venenos —que me pareció una forma irónica de describirlo— y vendió en total quinientos ejemplares. Una vez caducó el contrato con esa editorial, Jorge Herralde de Anagrama sugirió cambiar el título y al llamarlo Aprendiendo de las drogas pasó a vender cien mil ejemplares.
Creo que algo parecido debió pasar con su otro libro Realidad y substancia…
(risas) Algunas personas creyeron que ese tratado de metafísica, que es tan insufrible como los Elementos deEuclides —porque los tratados no están para entretener— era sobre drogas.
Además en la portada aparece una piedra oscura que parecía de hachís.
¡Qué va, es una roca de la luna! (risas). El caso es que es el único tratado de metafísica que ha vendido dos ediciones. Porque Fenomenología del espíritu, a mi juicio el libro más inteligente y profundo jamás escrito, vendió quinientos ejemplares en los primeros cincuenta años de su publicación. Pero nos habíamos quedado en qué es lo que puede aprenderse de las drogas. A priori sería abusivo perfilar qué tienen las drogas de enseñanza. Salvo un punto, el de la introspección. Es posible nos ayuden a ver cosas del exterior, pero a mi juicio es absolutamente evidente que las drogas —las de paz, viaje o estimulación— siempre te van a decir algo sobre tus abusos, tus puntos fuertes, y sobre todo sobre tus puntos débiles. Siempre van a demostrarte quién eres, te van a decir “mira chico, no te sigas mintiendo, a lo mejor eres un pelele”.
¿Y para las relaciones personales?
A veces pueden ayudar, a veces estorbar. A priori es muy difícil decir nada.
¿Qué opinas la prohibición de fumar en lugares públicos con la que comenzó el año?
Esto es un ensayo del Estado Clínico, que decía Thomas Szasz. La nueva clase política está comprometida con un proyecto de condicionamiento tipo Gran Hermano, que podemos retrotraer a la ética utilitarista: Bentham, StuartMill… que es placer del mayor número, que importan más los fines que los medios. Son formas refinadas de autoritarismo. En este caso se trata de ver hasta dónde se puede condicionar al personal. Por este camino se puede llegar a imponer que las personas tomen ciertas drogas para conducir mejor o llevarse mejor con la pareja… son seudópodos, tentativas del nuevo Estado para ver hasta dónde puede crecer.
Los partidarios de esa ley argumentan que no se trata de proteger a los fumadores de sí mismos, sino a los no-fumadores.
Ya, esto es curioso. Siempre se habla de las víctimas, como cuando Robespierre impone el Terror como atajo para la virtud pública: es para defender al pueblo francés de los saboteadores y liberticidas. Cada vez que se quiere mandar a una persona sin su consentimiento se busca la idea de que hay un tercero victimizado o de que es por el bien del propio obligado.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, se ha mostrado partidario de la legalización de las drogas. Por otra parte, en California ha habido un referendo para legalizar la marihuana, y los resultados estuvieron bastante igualados. ¿Son hechos anecdóticos o hay un cambio de tendencia en el mundo?
En el caso de California se perdió el referéndum, según dicen sus promotores, porque al ser domingo la gente joven se quedó durmiendo en casa. Si fuese así, qué triste, porque es precisamente la gente joven la que hace de esto una bandera y una seña de identidad, un símbolo. Porque igual que la heroína simboliza el malestar y la cocaína la prosperidad, el cáñamo simboliza el ser progre… (risas) es una forma curiosa de proyectar nuestros valores sobre entes objetivos.
¿Crees que esto cambiará en el futuro?
La guerra contra las drogas se terminó hace unos quince años. Eso se nota en la reducción del presupuesto de las diversas brigadas de estupefacientes de diferentes países. Se ha impuesto de forma más o menos explícita la política de reducción de daños en materia de drogas. La cruzada contra las brujas no se acabó con un decreto diciendo “nos hemos equivocado”, se acabó entre susurros. Y así es como se acabará la cruzada contra las drogas, entre susurros. Nunca se ha conseguido que una cruzada del tipo que fuere contra el librepensamiento, la homosexualidad, la brujería o las drogas terminase explícitamente.
Con esta entrega finalizamos la historia del cornezuelo partiendo de los trabajos de Hofmann. A partir de la siguiente ofreceremos una serie de escritos del buen doctor, inéditos en español.
Historia del ergot(continúa)
Ya hemos hablado de las grandes epidemias de ergotismo sufridas en la Europa medieval. Los siglos XII y XIII fueron de relativa tranquilidad y prosperidad en todos los sentidos, pero el XIV fue testigo de la más famosa plaga de la historia hasta la llegada del SIDA, la peste bubónica, que acabó con la tercera parte de la población europea. Una vez pasada la epidemia no hubo una recuperación demográfica hasta mucho después, a finales del siglo XV. Ante este hecho, algunos historiadores -como por ejemplo Mary Matossian- plantean la hipótesis de que la gente se vio obligada a consumir pan parasitado con cornezuelo debido a las malas cosechas y al clima frío y húmedo durante una serie de años. Estos factores dificultaron el cultivo de trigo y obligaron a dedicarse al centeno, cereal más resistente ante las inclemencias del tiempo. Y así, en una Europa ya afectada por la peste, el ergotismo incrementó la mortalidad, redujo la fecundidad y causó cientos de miles de abortos espontáneos, con lo que el declive demográfico fue más extenso y duradero de lo que normalmente pudo originar una epidemia de enfermedad infecciosa.
La mayor dificultad para acabar con el ergotismo era que no se conocía su causa. Debido a la incultura botánica propia de la Edad Media, había caído en el olvido la erudición farmacológica de la Antigüedad y no se llegó a sospechar que esos granos de color oscuro fueran el origen del problema; y mucho menos que contuvieran un hongo con propiedades tóxicas. El pan elaborado con cereal contaminado se vendía más barato simplemente por tener peor apariencia que el blanco y considerarse éste de superior calidad. Esto fue lo que originó que las clases bajas fueran las más afectadas.
Edad Moderna: se descubre la causa del ergotismo
Matossian ha llegado a relacionar las intoxicaciones por cornezuelo con los supuestos casos de brujería, tan frecuentes en los siglos XVI y XVII, pero es un asunto muy extenso y debatido en el que no vamos a entrar. Es más relevante para el tema que nos ocupa la figura de Thuillier, un médico francés del siglo XVII que se dedicaba a ayudar a los enfermos de ergotismo. Con una mentalidad científica, empleando el método que ya por aquel entonces se aplicaba en las ciencias físicas, se dedicó a realizar cuidadosas observaciones. Gracias a ello comprobó que el mal era mucho más común en las áreas rurales, que los pobres enfermaban más que los ricos y que no se trataba de una plaga contagiosa. La gran diferencia entre pobres y ricos era la alimentación, y dentro de ésta el pan de centeno ocupaba una posición importante, por lo que revisó los campos de este cereal y se fijó en las espigas de color oscuro, contaminadas por nuestro viejo conocido. Siguió con su meticulosa observación y vio que, durante los años de más frío y humedad -y en consecuencia más granos negros en las espigas-, las epidemias eran más extendidas y causaban más víctimas. Thuillier sabía que esos granos se habían utilizado en obstetricia, y que una sustancia con propiedades medicinales podía ser un veneno si la dosis era excesiva, de acuerdo con el conocido principio de Paracelso, «dosis sola facit venenum». Así que la conclusión era lógica: los granos negros eran los culpables. En 1670 dejó por escrito sus observaciones y las envió a la Academia de París. Sin embargo, los campesinos no aceptaron su tesis y siguieron pensando que el centeno no tenía relación alguna con el ergotismo.
En 1853, Luis Tulanse demostró experimentalmente lo que Thuillier había descrito casi doscientos años antes. Estudió el centeno y realizó ensayos con él, lo cual le permitió demostrar que el problema no era el cereal en sí, sino un hongo parásito, el Claviceps purpurea, nombre científico de nuestro amigo. En consecuencia, la relación entre el ergotismo y la ingestión de pan elaborado con cereal parasitado no se conoció hasta el siglo XVII, pero fue ignorada. Sólo en el siglo XIX se aceptó este hecho y fue cuando las autoridades obligaron a desechar el cereal contaminado. El uso de mejores métodos de cultivo también redujo la incidencia de cornezuelo en los campos. Asimismo, la progresiva introducción de la patata -traída de América a partir del siglo XVI- como alimento rico en carbohidratos permitió reducir el consumo de cereales, única fuente energética disponible en Europa hasta entonces. No obstante, aunque las epidemias se hicieron menos frecuentes y menos graves, continuaron existiendo.
Siglos XIX y XX
En el siglo XIX se inicia la era de los alcaloides. La ciencia comienza a extraer los principios activos de numerosas plantas para disponer de fármacos más potentes y poder medir con precisión las dosis terapéuticas. El cornezuelo, por supuesto, no podía ser menos. Su uso por parte de las comadronas se remonta a la Antigüedad, gracias a sus propiedades inductoras del parto, lo cual queda reflejado por escrito por primera vez (1582) en el herbario de Adam Lonitzer, médico alemán. Ya en 1808, el médico americano John Stearns cita en un libro su uso como contractor uterino.
Los alcaloides del ergot tienen una estructura similar a la serotonina, la norepinefrina y la dopamina, monoaminas que actúan como neurotransmisores en el sistema nervioso. Debido a esta semejanza con los neurotransmisores, tienen efectos de amplio rango sobre los receptores adrenérgicos, dopaminérgicos y serotoninérgicos. A finales del siglo XIX hubo algunos intentos infructuosos por obtener estos principios activos, y la historia farmacológica del cornezuelo comenzó cuando Berger y Carr aislaron en 1906 la ergotoxina, que en un principio se consideró una sustancia pura; más tarde se descubrió que era una combinación de cuatro alcaloides. En 1918, Stoll -a cuyas órdenes trabajó Hofmann en los laboratorios Sandoz años después- aisló la ergotamina, el primer alcaloide del ergot conocido, con aplicaciones en obstetricia y medicina interna. En 1935, Dudley y Moir, de forma independiente, aislaron la ergonovina. En 1938, Hofmann y Stoll obtuvieron la dietilamida del ácido lisérgico, para la que no encontraron aplicaciones farmacológicas de interés, y que fue dada a conocer gracias a la intuición de Hofmann y a su intoxicación involuntaria mientras la manipulaba. Poco podemos comentar sobre la LSD que no se haya dicho ya; tan sólo enfatizar su alta potencia enteogénica a dosis de microgramos (mil microgramos = un miligramo) y su utilidad para el autoconocimiento, la psicoterapia y la integración del individuo en la naturaleza, aspectos en los que el buen doctor tenía puestas sus esperanzas y que vio desvanecerse cuando amplios sectores de la contracultura de los sesenta abusaron de ella y los gobiernos decidieron prohibirla.
Hofmann también logró sintetizar la dihidroergotamina, útil para la hipertensión y la migraña; la metil-ergonovina, un hemostático uterino; y la metisergida, un antagonista serotoninérgico empleado para prevenir la migraña. Sin embargo, no hay duda de que el fármaco de mayor éxito ha sido la dihidroergotoxina -más conocida por el nombre de Hydergina®-,un derivado de los cuatro alcaloides que componen la ergotoxina. La Hydergina® puede considerarse una droga inteligente porque sus efectos vasodilatadores sobre el cerebro la convierten en un producto de gran valor para la demencia senil. También aumenta la oxigenación del cerebro, tiene propiedades tónico-estimulantes y mejora el rendimiento intelectual. Según comenta Ott, fue el producto más rentable de la casa Sandoz durante muchos años y uno de los diez fármacos más vendidos en todo el mundo.
Como vemos, la historia del ergot llega a su cumbre con Hofmann. Gracias a él, no sólo nos ofrece valiosos fármacos, sino también una droga visionaria que nos permite el retorno a la naturaleza. Una vez más, queda probado que los venenos son también medicinas; y a la inversa, que las medicinas pueden ser venenos; que todo depende de saber utilizarlos, y que la naturaleza nos ofrece sustancias con potencial tóxico muy beneficiosas para diversas aplicaciones.
Nos despedimos con una cita del propio Hofmann: «El ergot tiene una historia fascinante. A lo largo de los años su papel e importancia ha sufrido una metamorfosis. Lo que en un tiempo fue un tóxico mortal ha llegado a ser una gran fuente de útiles fármacos». Y del enteógeno más famoso y potente, podríamos añadir.
Bibliografía:
Barger, George: Ergot and ergotism: A monograph. London, 1931.
Bove, F. J.: The Story of Ergot. S. Karger, New York, 1970.
Hofmann, Albert: La historia del LSD. Editorial Gedisa.
Kilbourne Matossian, Mary: Poisons of the Past. Yale University Press.
Lapinskas, V «A brief history of ergotism: Anthony’s fire and St. Vitus dance until today». Medicinos Teorija ir Praktika, 2007 – T. 13 (Nr. 2).
Ott, Jonathan: Pharmacoteon. Los libros de la liebre de marzo.
Ruiz, Juan Carlos: Drogas Inteligentes. Editorial Paidotribo.
Stoll, Arthur: «Recent investigations on ergot alkaloids». Chemical Reviews, Vol. 47, No. 2: October 1950.
Muchos cambios que hacen época acontecen entre susurros, mientras dormimos, como aconteció con la cruzada contra la brujería, convertida sin decreto expreso en cruzada contra el librepensamiento. Algo análogo —por solapado— ocurre hoy con las drogas ilícitas.
En 1914, el Congreso norteamericano aprobó cierta ley que restringía drásticamente el uso de opio, morfina y cocaína. Admitió también a trámite otra ilegalizando cualquier bebida alcohólica (salvo el vino de la misa), y nombró una comisión para endurecer la normativa sobre tabaco, que prohibía ya fumar públicamente en 28 estados de la Unión. El entonces diputado H. C. Hoover —que luego llegaría a presidente del país—, definió el paquete legislativo de ese año como el mayor experimento moral de la Historia.
El Congreso tuvo en cuenta que la recaudación por impuestos indirectos iba a contraerse al menos en una cuarta parte, y aprobó antes la enmienda XVI a la Constitución, que faculta al gobierno federal para gravar la renta de personas físicas y sociedades, siendo por eso la prohibición el origen inmediato del IRPF. Luego resultaría que la Ley Seca se derogó en 1933, y que el tabaco pudo con sus detractores. Pero los tres productos de botica controlados se transformaron en docenas, después en centenas y por último en millares de substancias psicoactivas, algunas controladas con receta y otras prohibidas.
Hoover llamó experimento a las iniciativas de 1914 porque traían un orden nuevo, opuesto a la previa libertad comercial. El privilegio de recetar y dispensar pequeñas cantidades de coñac y whisky —con fines estrictamente terapéuticos— convenció a la Asociación Médica Americana y la Asociación Farmacéutica Americana de unirse a un experimento que prometía terminar con intrusos sin diploma (los matasanos). No obstante, como el gremio terapéutico consumía y dispensaba liberalmente dichos compuestos, cuando en las consultas y boticas aparecieron policías fingiendo ser adictos, o simples usuarios, muchos cayeron en la trampa. En 1921, por ejemplo, unos 70.000 médicos, dentistas y farmacéuticos americanos habían estado o estaban en prisión por recetar o tener existencias de morfina y cocaína. Es entonces cuando la Revista de la Asociación Médica Americana denunciauna conspiración para privar a la medicina de sus derechos y responsabilidades tradicionales.
Menciono estos detalles de los comienzos no sólo porque quizá se ignoren, sino porque el prohibicionismo produjo efectos muy considerables en Norteamérica —contrabando, corrupción institucional, desprecio por la ley, los primeros yonquis propiamente dichos—, aunque no así en el resto del mundo. Había una diferencia de espíritu, que se sopesa recordando la alocución del senador J. Volstead (Volstead Act se llama la Ley Seca) al entrar en vigor su proyecto: Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños; se cerraron para siempre las puertas del infierno. Europa y los demás continentes practicaban una política menos ambiciosa, que andando el tiempo se conocerá como reducción de riesgos. Al viejo mundo le resultaba demencial una legislación que iba a crear el Sindicato del Crimen, y prefería limitar ciertas drogas a usos médicocientíficos que negar tales usos.
Por otra parte, los progresos en química de síntesis iban convirtiendo en antigualla el viejo arsenal para inducir ebriedades, y era sencillo sortear las restricciones impuestas al opio, la morfina y la cocaína consumiendo otras. Como en Norteamérica la morfina acabó siendo devuelta sin demasiadas cortapisas al estamento médico, hasta allí se observa apaciguamiento cuando vender bebidas alcohólicas dejó de estar perseguido. Por toda la superficie del orbe hay una pléyade de analgésicos, sedantes, estimulantes y somníferos nuevos, que se venden puros, baratos y sin receta en las farmacias, restringiendo el mercado negro a mínimos.
Muy pocos recuerdan a la cocaína, por ejemplo, cuando disponen en la botica de anfetamina, dexanfetamina, metanfetamina, fenmetracina y otros fármacos aún más potentes de estimulación; y nadie echa de menos morfina disponiendo de meperidina, dolantina o palfium. Tampoco usa nadie opio para acabar durmiendo, o el áspero cloral, cuando haybarbitúricos, meprobamato y benzodiacepinas. Muchos recordarán elOptalidón, ese sostén del ama de casa compuesto por anfetamina ybarbitúrico. De hecho, podían pedirse en farmacia incluso drogas visionarias como la mescalina. Eso sí, eran personas mayores e integradas quienes usaban dichos productos, y no obraban de manera escandalosa.
Mirándolo hoy, una organización impersonal e inconsciente, construida durante siglos, había asumido el brote de voluntad consciente con algunas muestras de respeto y mucha mano izquierda. Para denunciar esa mano izquierda, sin embargo, la diplomacia norteamericana instó en la ONU una red de entidades, que antes de terminar los años 50 lanzaría su primer plan quinquenal para un mundo libre de drogas. Su portavoz, el Boletín Internacional de Estupefacientes, iba a ilustrar sin rubor el nexo entre alarma a propósito de una droga y minorías sociales mal vistas. Así leemos que el opio se vinculó con explotación infantil por parte de chinos en San Francisco y Nueva York; la cocaína con violaciones perpetradas por negros en el Sur; los licores con inmoralidades de judíos e irlandeses; la marihuana con accesos de demencia maníaca en inmigrantes mexicanos, o con malayos en trance amok.
El precario equilibrio entre clasicismo y prohibicionismo colapsa a finales de los años 60, un periodo de apoteosis insurreccional que reclama drogas y sexo, enarbolando el lema «prohibido prohibir«. Mayo del 68, Woodstock y sus muchos análogos definen a la vez un catastrófico retorno de lo reprimido, la victoria incondicional de cierta estética y el sepelio de un consumismo hasta entonces tímido. Entre las desvergüenzas destaca una cofradía de la aguja, fundada por William Burroughs al amparo de las sórdidas condiciones norteamericanas, o el discurso de algún payaso psiquedélico atribuyendo a la LSD capacidad para evocar cien orgasmos. Más estupor todavía causa un fenómeno de peregrinación al campo en parte de la juventud, que alegando sustituir el Sistema por la Naturaleza se permite una carta alternativa al menú farmacológico oficial.
La respuesta va a ser una guerra sin cuartel a viejas y nuevas drogas, que asume en primer término Nixon. El resto del mundo le sigue, instando la ONU a que todos los países creen brigadas específicas de estupefacientes, y endurezcan las penas. Llega así la Convención Internacional de 1971 sobre Sustancias Psicotrópicas, en un clima de opinión que compara la desobediencia civil reinante con una plaga como la muerte negra del medievo. Comunistas, capitalistas y subdesarrollados están de acuerdo en este punto, y unos 40 países contemplan pena de muerte para castigar al desobediente. Más decisivo aún es que laboratorios y farmacias se vean obligados a una retracción radical de su oferta, restableciéndose en condiciones de monopolio el mercado negro.
Sucumbe así el orden secular, sustituido por una organización dirigida a la abstinencia que ya es cruzada mundial. Con todo, subsiste una distancia entre intención y resultado, y aunque el nuevo orden esté en las antípodas del laissez faire lo cierto es que pone en marcha un nuevo orden espontáneo. Por ejemplo, ahora sí empieza a suceder que los jóvenes consumen, y que cofrades de la aguja draculina se prostituyen para conseguir su dosis, o roban y atracan, como tan precozmente temieron los reformadores a principios de siglo. Un asunto de marginales indigentes se ha generalizado a todos los niveles de renta, y las encuestas sugieren que es el problema público número uno. Heroína, cocaína, cáñamo y la recién ilegalizada LSD son inicialmente los productos estrella, que retornan o prosperan al amparo de farmacias sin oferta alternativa, dentro de una rebeldía que denuncia la cruzada como iniciativa pseudocientífica, cuyo remedio agrava al máximo la enfermedad.
Siguen unos 30 años de guerra incondicional a los paraísos artificiales, donde lo que acontece en Norteamérica se reproduce en Europa algo después salvo en el caso de Holanda, que escandaliza a todos decantándose por una política de reducción de riesgos. Durante ese periodo buena parte de quienes gritaron «prohibido prohibir» morirán de sobredosis accidental (envenenados ante todo por adulterantes), o pernoctarán largamente en cárceles. Es una victoria en la guerra, aunque multiplica por ocho o diez los asaltos y sustracciones atribuidos a adictos, creando un Sindicato del Crimen ahora internacional, sostenido por unos 30 países corruptos de arriba abajo; allí el comercio de drogas se castiga con pena de muerte o reclusión perpetua para excluir a aficionados de un negocio reservado a militares y policías.
El orden espontáneo que la política de tolerancia cero ha puesto en marcha se completa poco después, cuando la guerra antidroga tope con la química en sí, un adversario de proporciones infinitas.Más aún que originales y análogos, cocineros más o menos competentes pasan entonces de la reproducción al diseño. Drogas de diseño son el haschisch marroquí, el crack, la pasta base, la amplísima gama de pastillas, la ketamina, los fentanilos de mercado negro, el llamado éxtasis líquido, el cáñamo hidropónico y cualquier otra substancia psicoactiva que nazca directamente de la prohibición, adaptada a grupos, subgrupos, franjas horarias y hasta espacios momentáneos.
La polarización y exasperación es tal que empiezan a oirse voces reclamando legalizar algunas drogas, o todas, como si la Ley Seca hubiese terminado con la legalización del alcohol, y no con una derogación de la Ley Seca. Aunque los precios son altos, y cada producto está fuertemente adulterado, no hay reducción sensible en la demanda. Al contrario, las drogas tradicionales y las de diseño no sólo cumplen finalidades lúdicas y ceremoniales (para pijos, progres, chelis, etc.), sino que se convierten en ritos de iniciación a la madurez, sostenidos por instituciones tan nuevas y rentables como el Fin de Semana.
Este estado de cosas se mantiene en Europa hasta mediados de los 90, cuando empieza a ser imposible hablar de una guerra sincera a las drogas. Las ingentes existencias, lo sencillo del acceso a ellas, la falta de estigma social y el descrédito del prohibicionismo hacen que todas se abaraten y mejoren en pureza. Es ahora una batalla sólo nominal, que ha elevado al cubo los puntos de venta, aunque vea reducirse espectacularmente las muertes por sobredosis involuntaria. El orden espontáneo se ha sobrepuesto al decretado. Pero esto —que para nada puede tranquilizar a los padres de familia— lo analizaremos mañana.
La primera parte de este artículo —“Órdenes espontáneos”, El Mundo, 11 de enero de 2005— describía cómo en Europa, y concretamente en España, la cruzada antidroga ha cesado, de acuerdo con un proceso evolutivo que remite a varios factores. El menos destacado, y quizá el más relevante, es un proceso de ilustración farmacológica. Sin ir más lejos, tenemos tres revistas mensuales sobre psicoactividad de ámbito nacional, con tanto o más público que sus equivalentes sobre motos, pesca o cotilleo político. Cientos de libros, otras publicaciones, congresos, sociedades, actos públicos y tiendas especializadas atienden también a consumidores que prefieren en este terreno una actitud observante, como la del botánico o el astrónomo. Unos son simples curiosos, otros son usuarios o productores que desean optimizar su actividad, pero ninguno comulga con las ideas de paraíso e infierno alimentadas por el prohibicionismo.
Más bien se interesan por la dosis mínima activa medida por kilo de peso, por las formas de sublimar y conservar los productos, la sinergia con otros, la finura de cada uno o los efectos colaterales. Su perspectiva —Jünger la llamó psiconáutica— les emparenta con el catador de vinos. Este público ni sacraliza ni sataniza compuestos químicos, a los cuales considera tan inocentes de las fechorías humanas como lo son el revólver o la dinamita. Cualquier substancia psicoactiva ayuda en principio a conocer y controlar mejor nuestro sistema nervioso, y casi cualquiera puede también arruinar nuestro organismo, e inspirarnos mala voluntad. Aunque los psiconautas no están a cubierto de irracionalidades, fulminan el mito nuclear del prohibicionismo; esto es: que nuestra conducta fue raptada por una droga, a quien incumbe la culpa. Para padres y madres de descarriados resulta muy tentador, y para el descarriado funciona como un combinado permanente de coartada y chantaje. Pero no dejará de ser una ilusión mientras haya usuarios responsables.
El colapso de la cruzada pende también de desmoralizarse sus agentes, algo inducido por volúmenes extraordinarios de existencias muy descentralizadas, escasa conflictividad del consumo prohibido y un proceso de ilustración farmacológica en jueces y policías. Si la represión quisiera mantenerse en los niveles de hace 10 o 15 años —por supuesto triplicando sus dotaciones al efecto—, un número desproporcionado de personas saturaría juzgados, cárceles y comisarías. La ministra de Sanidad ha comentado no hace mucho dos encuestas del Plan Nacional, que en principio son tan fiables como sondeos preguntando sobre masturbación o higiene íntima, aunque incluso así ofrezcan resultados llamativos. Más de la mitad de los jóvenes confiesa usar cáñamo, pongamos por caso, y el consumo de cocaína se ha multiplicado por cuatro en una década.
Mejor aún que leer encuestas es fiarse de la propia experiencia y, atendiendo a ella, sugiero que entre los 18 y los 40 años o algo más mucha gente usa al menos cada fin de semana un cóctel de substancias psicoactivas (alcohol, tabaco, pastillas, hachís, maría, coca y líneas sueltas o tragos de otras substancias varias). Aun siendo un veterano de los 60, que siente viva curiosidad por la psiconáutica desde entonces, no recuerdo nada remotamente parejo. ¿Se habrá producido alguna mutación genética gracias a la cual los jóvenes de hoy pueden asimilar cantidades y mezclas que a nosotros nos habrían matado, o dejado tullidos? Sólo cuando me informan sobre accidentes de tráfico, y la franja de edad donde son más frecuentes, comprendo que la señora de la guadaña no se ha marchado del todo.
Obsérvense las existencias prohibidas. Una vez admitido que erradicar las drogas resulta onírico, el plan de la DEA norteamericana ha sido hostigar al consumidor con productos cada vez más caros y adulterados. Pero en España y en toda la UE —salvo Irlanda— las drogas ilícitas son mucho más baratas y más puras que hace dos décadas, algo sin paralelo en todo el resto de las mercancías. Unas porque pueden cultivarse en casa (como marihuana, hongos psilocibios y toda suerte de plantas), otras porque no es tan difícil sintetizarlas con algún equipo (como el éxtasis y sus centenares de primos, la LSD o el speed) y otras porque la formidable demanda justifica exportarlas sofisticadamente desde América o Asia (como heroína y cocaína). A fin de cuentas, el mercado negro se ha hecho competitivo.
Incluso el Frankenstein del caso, el yonqui, asume la crisis del experimento prohibicionista abandonando la iglesia del pico motu proprio, para recurrir a modos alternativos y menos peligrosos de administración. Aunque al heroinómano de antes se hayan sumado los nuevos, ya no se oye de ninguno que atraque farmacias o transeúntes con una aguja supuestamente seropositiva, y hay muchas menos muertes por sobredosis accidental. Esto se debe a los poblados establecidos en algún punto de cada urbe, otra institución espontánea del mayor interés. Allí, pegado a una unidad municipal de venopunción, con un autobús dispensador de metadona para quien ande corto de efectivo, hallaremos un rastro con más o menos casetas. En cada una hay tres balanzas, una para heroína, otra para cocaína y otra para crack, que se dispensan sin patetismo. Coches policiales situados en los accesos colaboran con vendedores y clientes para que la paz se mantenga.
Desde luego, podemos escandalizarnos y pedir que este fruto de la prohibición desaparezca ya mismo. Pero si algo semejante se intentara, los camellos volverían a inundar las calles, miles de adictos urdirían soluciones muy indeseables para los demás en cada ciudad, las muertes por adulteración se dispararían y, finalmente, volvería a haber poblados. La Junta de Andalucía ha comparado el tratamiento con heroína y metadona, y acaba de probar sin sombra de duda que quienes reciben la droga supuestamente infernal están mucho mejor que quienes reciben el supuesto antídoto médico. Esto era totalmente previsible, ya que la metadona —lanzada por Nixon al mismo tiempo que la guerra sin cuartel a las drogas— es un compuesto sin virtud eufórica, solamente muy adictivo, y quien pretenda usarlo de modo crónico tiende a añadirle válium, alcohol, coca, litros de café y por supuesto heroína, mientras el heroinómano tiene bastante con esa substancia. Si su hábito no resulta gravoso para el bolsillo, puede emplearse en esto o lo otro y cumplir satisfactoriamente.
El experimento moral del que hablaba el presidente Hoover 90 años atrás dibuja así los límites del voluntarismo. Podemos cambiar lo tradicional, pero esos cambios dispararán otros y otros, que muchas veces ridiculizan lo pretendido en origen. El mundo entero, con la UE en cabeza, usa ahora muchas más drogas ilícitas que antes de reprimirlas. Pretender que sin represión usaría todavía muchas más lo desmiente la Historia, demostrando hasta qué punto el consumo de esto o lo otro es una función con muchas más variables. En general, aquello que va haciéndose por así decir solo, gracias a aportaciones anónimas e inconscientes, contiene incomparablemente más información y rendimiento que planes salvíficos basados en alguna profecía clerical-militar, aunque venga disfrazada de iniciativa científica.
Pero que esta guerra haya terminado, o se encuentre en fase de indefinido armisticio, no significa que el futuro sea halagüeño y excuse nuestra intervención. Hablo como padre de siete hijos, de los cuales seis están entre los 12 y los 39 años. Comprendo la alarma de cualquiera si suena el teléfono de madrugada, pues coches y motos lindan con féretros las noches de viernes y sábados. Nuestra juventud vive un tiempo parecido a los años que siguieron al fin de la Ley Seca, celebrando alegremente la ruina del inquisidor, y temo que su fantástico aguante actual les pase en el futuro alguna factura impagable a los más marchosos. Tanto como me enorgullece que no sean crédulos ni timoratos y gocen su libertad, temo que la carretera, algún adulterante o un simple exceso de confianza les ponga en peligro o les haga perder demasiado el tiempo.
Holanda es un modelo de cordura. Al separar el cáñamo de otras drogas, lo que hizo fue no enajenar la confianza de sus jóvenes, lanzando al mismo saco todo salvo alcohol, tabaco y específicos de farmacia. Cuando montó laboratorios móviles para detectar adulteración en drogas distribuidas por discotecas, after-hours y raves, puso en práctica esa misma política de mitigar riesgos con realismo. También ha sido pionera en la administración de heroína como alternativa a la metadona. En ningún país hay una oferta de drogas comparable y ninguno tiene menos adictos de los clasificados como irrecuperables. Con mano izquierda, ha convertido aquello que en Malasia o Irán acarrea la horca en un negocio básicamente tranquilo, del cual viven incontables familias, fuente de un turismo que aprovecha a todos. Y aunque el dato subleve al cruzado prohibicionista, su consumo de cáñamo es sensiblemente inferior al español, e incluso al italiano e inglés.
Quizá el progreso técnico sea inseparable de una psiconáutica en aumento, que al ensanchar el espacio interior compense el paulatino recorte del exterior, instado por la presión demográfica y el precio del suelo. Tampoco es improbable que drogas por descubrir lleguen a ser obligatorias en ciertas circunstancias, como ahora lo son el cinturón de seguridad o el seguro a terceros. En todo caso, nuestros hijos desoyen el sermón prohibicionista, cuya presencia resulta por eso mismo contraproducente. Cuando hablamos de prevención sin camelo, será para ofrecer guías de uso, no de abstención. En efecto, a nadie se impone hoy la ebriedad con esto o lo otro, y huir de infortunios evitables pasa por sentar conocimientos en vez de prejuicios. Conocimiento y amor propio son la única brújula para navegar por las aguas turbias de una prohibición desobedecida.
Para acabar de hacer difícil esa navegación, falta el control de calidad vigente para farmacias, estancos y supermercados, haciendo que los objetos nominalmente prohibidos sean peligrosos no sólo en sí sino por su ignorada composición. Tras tanta guerra para redimir almas secuestradas por paraísos artificiales, cambiar esto de la noche a la mañana sería un nuevo acto mágico, consistente en exigirle por decreto al mercado negro que se convierta a la transparencia. Antes será preciso aceptar la simple realidad: que las drogas son cosas neutras, provechosas o calamitosas en función de usuario y momento, pues sólo su dosis convierte a algo en veneno.
Queda añadir que las leyes se derogan por otras leyes, o por desuso. Sólo sé que no sé nada, la máxima socrática, parece lo menos saboteador ante el cambio. Como padre de familia me interesa por eso el tipo propiamente compasivo de preocupación, que se liga a reducir daños. En vez del experimento eugenésico toca practicar una razón observante, sin fábulas sobre daños sobrenaturales como pérdida del alma o apostasía. El desafío del caso es que se nos llevarán los demonios si no enseñamos a dosificar con arte, como intentamos enseñar las profesiones. Pero ese arte pende de poder dosificar, algo imposible mientras brillen aún por su ausencia los compuestos puros.
En la entrega anterior comenzamos una breve historia del cornezuelo del centeno, el hongo de donde se extraen drogas tan conocidas como la LSD y la Hydergina, creadas por Albert Hofmann. Su importancia no se limita a los trabajos del buen doctor, sino que su vínculo con el ser humano comenzó en la Antigüedad.
Dioscórides
Historia del ergot (continúa)
Grecia y Roma
Ya hemos mencionado en entregas anteriores la relación del cornezuelo del centeno con los misterios de Eleusis. Rudolf Kobert, historiador de la medicina y la farmacología de finales del siglo XIX y comienzos del XX -que también hemos citado- investigó si los griegos tuvieron contacto -médico, no religioso- con el protagonista de nuestra historia. Para no extendernos demasiado, podemos resumir diciendo que Kobert rastreó las posibles menciones al cornezuelo en los Escritos Hipocráticos (siglos -V y -IV), en el tratado de botánica de Dioscórides (siglo I) y en las obras de Galeno (siglo II). También buceó en los escritos de autores romanos, por ejemplo Julio César (siglo -I), Lucrecio (siglo -I), Plinio el Viejo (siglo I) y Cornelio Celso (siglo I), y en todos ellos descubrió referencias a nuestro hongo. Esto significa que la medicina grecorromana lo conocía, si bien en su vertiente negativa, ya que todas las citas hablan de los problemas de salud creados por la ingestión de cereales parasitados por ergot. No obstante, se trata de argumentos probables que no pueden demostrarse fehacientemente, por lo que hay estudiosos que dudan de esta teoría. En cualquier caso, como ya mencionamos en entregas anteriores, gracias a la tesis de Hofmann, Wasson y Ruck -muy posterior a los trabajos de Kobert- sabemos al menos que el cornezuelo no era desconocido para los griegos, y hace más probable la propuesta de Kobert.
Después del esplendor de la época romana, Occidente fue cayendo en la decadencia por diversas causas. El auge del cristianismo coincide con este declive de la Historia, y es una de sus consecuencias, ya que en períodos de crisis proliferan las religiones de salvación; también es causa suya porque contribuyó a la caída del Imperio Romano. Si se nos permite una digresión filosófica que viene muy al caso, la religión es la unión del ser humano con la divinidad, más allá de uno u otro dios, todos ellos inventados por nuestra mente para nombrar lo que no podemos entender. Si existe una religión verdadera y alguna entidad divina, sin duda se trata del universo en su totalidad. Como parte que somos del conjunto de la naturaleza, nunca podremos llegar a entenderla por completo. Somos una pequeña parte del mundo, una parte consciente y auto-consciente, seres que desean y necesitan comprender lo que les rodea; pero esa comprensión se hace mediante conceptos y representaciones, esa comprensión está en nuestras cabezas, no en el mundo: es una creación nuestra, no una descripción exacta de la realidad. Parafraseando a Nietzsche, la persona viva no puede emitir juicios objetivos sobre el mundo porque es juez y parte; la muerta, aunque ya no forma parte de la vida, tampoco puede por motivos bastante obvios.
Por esta inmensidad del universo y nuestras inevitables pequeñez y subjetividad, si hay una religión verdadera debe consistir en asumir la naturaleza como lo divino, porque ella es la que nos da la vida y los recursos para subsistir. De ahí que las creencias más apegadas a la tierra, las que aceptan la diversidad del entorno y la reflejan en su carácter politeísta -como por ejemplo la de Eleusis- sean más vivas, más reales, que las que postulan un solo dios, las monoteístas. En éstas el ser divino está tan separado del mundo que los fieles sólo pueden aceptarlo por fe y sin contacto alguno con él, exceptuando las experiencias de algunos místicos, sin duda inducidas por consumo de sustancias psicoactivas u otro método de modificación de conciencia.
La ascensión del cristianismo llegó a su cumbre con el Edicto de Tesalónica (380), decretado por el emperador Teodosio. Se prohibieron los otros cultos y se clausuraron los misterios eleusinos. Si esto fuera todo, podría entenderse como una victoria político-histórica del cristianismo gracias a su siempre interesada y oportunista alianza con el poder terrenal. Sin embargo, lo que resulta más ignominioso es su copia descarada de los cultos paganos más populares, con el fin de presentarse como el legítimo sucesor de la tradición grecorromana y tener así más fuerza de persuasión. Los llamados Padres de la Iglesia, para dar contenido a una religión que comenzó siendo una simple secta judía sin base filosófica ni teológica, tomaron numerosos elementos de la tradición clásica, pero vaciándolos de contenido y dejando sólo la forma; falta de sentido que llega hasta nuestros días y pretende solucionarse con la fe ciega de los fieles. Por ejemplo, la eucaristía cristiana y su hostia elaborada con harina de trigo, que tras la transubstanciación se convierte en el cuerpo de Cristo, se inspiró en los misterios eleusinos (y en el culto al sol; de ahí su forma circular) y en su espiga. Pero, mientras que el brebaje enteogénico, gracias a sus propiedades químicas, permite contemplar lo divino de la vida y del universo, el comulgante cristiano sólo puede imaginarse la unión con su dios al comer esa insulsa galleta blanca que -afirman sus sacerdotes- simboliza su cuerpo.
Edad Media
Durante la Edad Media hay referencias seguras al cornezuelo, y todas ellas narran las intoxicaciones originadas por nuestro protagonista, que reciben el nombre genérico común de ergotismo. La primera plaga conocida tuvo lugar en París, en el año 945. Con toda probabilidad hubo muchas antes; por ejemplo, suele mencionarse una en Alemania en el año 857, pero no hay datos que lo confirmen. Las clases bajas eran las más propensas a sufrirlas porque se alimentaban casi exclusivamente del pan de peor calidad, el de color más oscuro por incluir granos parasitados con ergot.
El ergotismo tiene dos formas: la gangrenosa y la convulsiva. En la forma gangrenosa, quienes la padecen sufren náuseas y dolor en los miembros; las extremidades se ponen de color negro, se secan, parecen momificadas y llegan a romperse por las articulaciones. El dolor va acompañado de quemazón, razón por la cual la enfermedad fue denominada ignis sacer(fuego sagrado). Las epidemias estaban tan extendidas y causaban tantas muertes que en 1093 se fundó en el sur de Francia, para ayudar a los afectados, la Orden de los Hospitalarios de San Antonio. Al ser éste el patrón, la enfermedad también se llamó Fuego de San Antonio. Los monjes de esta orden fundaron casi cuatrocientos hospitales, y quienes sufrían ergotismo mejoraban porque el pan que les daban no contenía centeno. De hecho, uno de los motivos de la fama de la peregrinación a Santiago de Compostela era que los enfermos procedentes de Francia y Centroeuropa, según llegaban al sur de Francia y a España en su viaje hacia Galicia, pedían ayuda a los monjes, quienes -además de los ritos y supersticiones propias del cristianismo- les daban pan de trigo, que sustituía al pan de centeno propio de países más septentrionales. Así, al llegar a Santiago estaban curados, pero al regresar a sus lugares de origen y volver a tomar el pan de centeno contaminado, enfermaban de nuevo. Evidentemente, si algún tiempo después efectuaban una nueva peregrinación, volvían también a mejorar de su dolencia. No está de más decir que los monjes tenían conocimientos botánicos, y que, aparte del pan no contaminado, administraban ciertas hierbas curativas como parietaria, hipérico y artemisa, que ayudaban a aliviar la condición de los enfermos.
La segunda forma de ergotismo es la convulsiva, caracterizada por problemas nerviosos como convulsiones y espasmos dolorosos, acompañados en ocasiones por alucinaciones, manía o psicosis. Esta forma era más frecuente en Alemania y el este de Europa, mientras que la gangrenosa era más frecuente al oeste, posiblemente por las distintas especies de cornezuelo y, en consecuencia, por su diferente contenido en ergotoxinas. Este ergotismo parece ser la explicación de los fenómenos de histeria colectiva caracterizados por danzas, convulsiones y alucinaciones, atribuidos a la brujería, que tuvieron lugar entre el siglo XIV y el XVII, principalmente. Para expulsar los demonios del cuerpo, la gente solía rezar a San Vito, que se convirtió en el patrón de los bailarines. Un error frecuente es creer que la expresión «tiene el baile de San Vito» se refiere al ergotismo convulsivo, ya que lo correcto es utilizarlo para la corea de Sydenham, una complicación neurológica, síntoma de la fiebre reumática.
Referencias:
V. Lapinskas, «A brief history of ergotism: Anthony’s fire and St. Vitus dance until today».Medicinos Teorija ir Praktika, 2007 – T. 13 (Nr. 2).
Rudolf Kobert, «Zur Geschichte des Mutterkorns», 1889.
George Barger, Ergot and ergotism: A monograph. London, 1931.
F.J. Bove, The Story of Ergot. S. Karger, New York, 1970.
Jonathan Ott: Pharmacoteon. Los libros de la liebre de marzo.
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