Reefer Madness El Dr. Alfred Carroll se encuentra disertando frente a una reunión de padres acerca de los peligros de la marihuana. Para fundamentar sus ideas, expone el reciente caso de Bill Harper y Jimmy Lane, dos estudiantes modelo que fueron tentados por los traficantes Jack Perry y Ralph Wiley. Pero las desgracias comienzan a sucederse, gracias a los devastadores efectos de la hierba. Jimmy acompaña a Jack a buscar más marihuana, pero termina drogándose y atropella a un transeunte con su auto. Mientras, Bill comienza a bajar sus notas y se enreda con la amante de Jack. Preocupada por su novio, la joven Mary Lane va a buscarlo al departamento de los criminales, pero Ralph Wiley la droga e intenta violarla. Bill aparece súbitamente, totalmente intoxicado, y pelean. Jack interviene y accidentalmente se dispara su arma, matando a Mary. Jack hace creer a Bill, que ha caido desmayado, que él mató a Mary. Pronto Bill es apresado y llevado a juicio, y cuando la condena a la horca parece segura, una disputa en el departamento de los criminales – que culmina con un intoxicado Ralph matando a Jack – termina por develar la verdad. Pero la vida de todos los involucrados ha quedado arruinada, gracias a la droga. Año 1936. Ver «Reefer Madness» en La Videoteca de Cannabis y más
The cocaine friends Un narcotraficante interpretado por Noel Madison huye de la justicia y encuentra a su paso a un joven y su hermana a los que convierte en adictos a la cocaína. Año 1935. Ver «The cocaine friends» en La Videoteca de Cannabis y más
Assassin of youth Dos primas adolescentes se enfrentan salvajemente para ser las merecedoras de una cuantiosa herencia, y no reparan en medios drogas, prostitución y nudismo) para conseguirla. Una valiente reportera toma cartas en el asunto y se sumerge en el submundo de los fumadores de marihuana y del culto al cannabis. Año 1937. Ver «Assassin of youth» en La Videoteca de Cannabis y más
Estos datos se han extraído de los análisis toxicológicos de más de 1.100 fallecidos en accidentes de tráfico realizados por el Instituto Nacional de Toxicología y han servido para elaborar la memoria del congreso que se celebrará en Valencia en noviembre, según informa la Universidad Internacional Valenciana (VIU), uno de sus organizadores.
Los resultados han desvelado que el 24,1 por ciento de los peatones fallecidos dio positivo en alcohol, el 9 por ciento en «drogas de abuso», como la cocaína, la marihuana o la heroína, y el 13,2 en psicofármacos.
En cuanto a las circunstancias en que se produjeron los atropellos mortales, el 71 por ciento tuvo lugar en días laborables y un 29 por ciento en días festivos o fin de semana. Un 29 de las fallecidas eran mujeres frente a un 71 por ciento de hombres.
Según el estudio, «son las personas quienes con sus decisiones introducen los niveles de riesgo objetivos de sufrir un accidente, por acción u omisión, en las situaciones viales».
El estudio destaca que la presencia de alcohol, drogas de abuso o psicofármacos entre los peatones fallecidos de entre 21 y 40 años de edad supera el 50 por ciento de los casos.
Asimismo, señala que ha disminuido el número de casos investigados con resultados positivos debido al alcohol etílico, pero se ha triplicado el número de casos debido a las drogas y los psicofármacos.
Antonio Escohotado, autor de Historia General de las Drogas y uno de los hombres que más ha estudiado el tema de su ilegalidad, habla con LOFT sobre todo lo que está mal con el sistema, predice el futuro de las drogas y comparte sus aventuras en el mundo de la inspiración narcótica. En la Conferencia de fundación de la Juventud del PTS se realizo un importante debate en torno a la consigna de legalización de las drogas y que se ha continuado entre los camaradas abriendo una rica discusión. Su importancia reside en que el tema de las drogas abarca desde la defensa y la lucha por la ampliación de las libertades democráticas e individuales contra las políticas represivas y de control social y del estado capitalista, el cuestionamiento de los dogmas de la moral burguesa, la defensa de un proyecto de autonomía del sujeto y la autopreservasión de los hombres y las mujeres ante sustancias toxicas que pueden afectar a la salud. Quien escribe este blog tiene una posición política tomada a favor de la legalización de todas las drogas sin condicionamientos alguno y a favor del consumo de drogas como una actividad lucida y creativa de los sujetos. En función de este debate -y de sustentar mi propia posición, la que espero poder manifestar profundamente en breve tiempo- comparto un reportaje con Antonio Escohotado, filosofo, sociologo y jurista español, autor de un libro imprescindible para abordar el fenómeno llamado Historia General de las Drogas donde traza una linea que abarca el uso de las sustancias embriagantes en las distintas civilizaciones y el origen mercantil y el discurso moralista del actual prohibicionismo.
Antonio Escotado es un profesor de filosofía y metodología de las ciencias sociales en la Universidad Nacional de Educación a Distancia en Madrid que escribió tres tomos sobre la historia general de las drogas. Este año acaban de compilar sus tres obras en un solo tomo de 1542 páginas. Su trabajo se ha convertido en uno de los recursos de información más usados por los interesados en la temática de las drogas. Escotado es el “abuelo psicodélico” de España, el que más sabe del tema, el que probó todo y conservó la cordura para contarnos. Un sabio para muchos, un charlatán para otros. Hasta de “peligroso” ha sido catalogado. Y si lo es, es porque sus ideas son convincentes y porque van en contra de muchas de las posturas de los policymakers de los últimos tiempos en cuanto a la regulación de las drogas. A sus 62 años, Escotado sigue usando la heroína para inspirarse y el tabaco para vivir. En vez de palabras etéreas y argumentos descabellados (como podría esperarse de un veterano heroinómano) Escotado utiliza una dicción sofisticada y un razonamiento contundente para expresar su crítica a la forma en que es percibido actualmente el problema de las drogas. Su mente es audaz, perspicaz y, sobre todo, prolífica. Ha escrito varios ensayos con matices antropológicos y filosóficos. Entre ellos Realidad y Sustancia, De physis a polis, Majestades, crímenes y víctimas, El espíritu de la comedia –que fue galardonada con el Premio Anagrama de Ensayo–, Rameras y esposas y La cuestión del cáñamo. Con LOFT compartió su fresca manera de ver el mundo.
¿Existe hoy algún problema con las drogas que no haya tenido antes la humanidad?
Quizás el de la sobreabundancia, porque por cada sustancia psicoactiva antigua hoy puede haber un millar. Esto crea, desde un punto de vista positivo, muchos más medios para controlar y dirigir tus sentimientos y tus percepciones, y por otro lado, mucha más alarma social. Es como el miedo que podía generar la aparición del libre pensamiento en el siglo XVII.
¿Por qué se da esa sobreabundancia?
Por los pacientes trabajos de síntesis química que se hicieron paralelamente a la cruzada contra las drogas. las brujas, los brujos y los hechiceros poseían los depósitos del saber ecológico antiguo, y aunque fueron aplastados por la erupción del monoteísmo con vocación universal –el brahmanismo, el cristianismo y luego el islam– su saber acumulado nunca fue destruido. Permaneció en bibliotecas y colecciones privadas. Cuando la cruzada contra los brujos empezó a ceder, a finales del siglo XVII, prácticamente todos los recursos que tenían los hechiceros herboristas pasaron a ser medicinas honorables. Las farmacias y lo que ahora conocemos como boticas, se desarrollaron enormemente a mediados del siglo XVII. Desde entonces el arsenal farmacológico de la humanidad empezó un sostenido crecimiento, que desemboca en descubrimientos como el del MDMA o éxtasis, por Alexander Shulgin, a quien conozco mucho. Shulgin es un genio al igual que su padre. Saben lo que nadie sabe de los químicos. Ellos se juntan y salen con un polvito que te lo tomas y la vida te cambia. ¡Eso es magia… Potagia!
Su libro recalca lo importante que es para la diseminación de las drogas, la relación entre religión, magia y medicina. Y cómo en las culturas chamánicas es en donde primero se empieza a distribuir la droga. Pero esa distribución se hacía con una técnica y buscando un fin, el extasías espiritual más o menos…
Sí, y con unos marcos rituales muy, muy cerrados. Incluso las personas juran no decir qué fue lo que finalmente les dieron, cómo se los dieron y qué sintieron. Ésa es la famosa reserva mística. Es evidente que ese sentido místico se ha perdido en la cultura de las drogas. Las drogas prohibidas se usan hoy con fines lúdicos.
¿Es eso parte del problema?
No. El que las drogas se tomen por razones lúdicas, recreativas o de conocimiento, digamos de introspección, es un correlato. Lo que pasa en el terreno de las drogas es algo más básico aun, que es la secularización. Lo que está en crisis es el dogmatismo y la religión ligera. Antes lo que había eran colecciones de súbditos, y las drogas se tomaban en función a sus metas. Pero ya no queremos el “más allá”, ya no queremos el cielo. Estamos conformes con esta vida. No estamos diciendo, como Santa Teresa, “tan alta vida espero que muero porque no muero”, Como queremos esta vida, tomamos drogas para poder controlarnos mejor, para ser capaces de trabajar mejor, para ser capaces de entendernos y entender a los demás, para disfrutar. Todo esto es nuevo, porque ya no hay el contexto mítico ritual que obligaba a las reservas místicas. En un mundo secularizado no esperamos tanto.
¿Cree que las drogas ilegales, tal como se usan en Occidente, cumplen una función cultural significativa?
Para la juventud son el auténtico rito de pasaje, la ceremonia de maduración, social e individual. Para la gente de 40, 50, 60 años –muchos de ellos prisioneros de los psicodélicos años 60– son una reiteración de costumbres. Pero para los jóvenes son una manera de ponerse a prueba social e individualmente. Y eso ocurre en todo el planeta. En Tailandia y en Vietnam hay fiestas rave con una periodicidad comparable a las de Londres o Montreal. Y en las capitales del Amazonas también hay raves, con DJ’s, con pastillas y con turistas de los cuatro rincones del mundo.
¿Eso le da algo de valor a la cultura o es simple decadencia?
Decadencia hay en el despotismo y el dogmatismo, porque reducen la realidad, porque nos dan un mundo abreviado como si fuese un mundo real. En el mundo de las drogas no hay decadencia. Lo que pasa es que entre los usuarios de drogas, como entre los usuarios de coches, o de juegos de azar, hay un sector que es adictivo por naturaleza. La técnica es neutra. Todo lo que el ingenio humano ha descubierto es neutro en sí mismo. Somos nosotros los que, dependiendo de la persona y la ocasión, sacamos a las cosas de su neutralidad y las hacemos buenas o malas.
¿Qué de bueno tiene el consumo de drogas no prescritas por parte de los jóvenes?
Profundizar en la regla del conocerte a ti mismo, que sigue el principio socrático, el principio de la ética. Es el rito de maduración de las sociedades occidentales avanzadas a principios del siglo XXI. En la práctica se ve si el ser tiene buen o mal gusto, si se controla o no se controla; si debajo de su aparente educación esconde un monstruo autoritario, rencoroso o deprimido, o si por el contrario, tiene –como diría Freud– un “ello” (es decir, un inconsciente) sano y capaz de disfrutar. Las drogas brindan a la condición humana más control, más capacidad de enfrentarse a los desafíos de la vida. Cuando llega la prohibición, también llega la coartada victimista que permite a las personas decir esa gran falsedad: “Ay, yo no quería pero sin darme cuenta me hice esclavo y ahora soy una pobre piltrafa humana. Me permito robar a mis conciudadanos y no cumplir mi palabra”.
¿Cree que todas las drogas deberían ser legales?
¡Hombre, claro! Es que eso es de cajón. Hay que drogar la prohibición. Legalizar las drogas me suena tan disparatado como legalizar el gusto por la pintura, el pasear o el leer. No se puede legalizar una actividad humana que es un derecho civil inmemorial. A mi juicio se ha hecho una ley para ciertas metas, igual que se hizo la ley seca en Estados Unidos. Al cabo de un tiempo, fue más contraproducente que producente.
Digamos que hemos hecho un experimento con la prohibición, y el experimento falló.
En Europa, la guerra de las drogas terminó hace por lo menos diez años. Cualquiera, prácticamente, sin ningún riesgo, siempre y cuando sea para su propio uso, puede conseguir toda la droga que le dé la gana y nunca va a tocar una comisaría ni un cuartelillo de la policía. Y hay muchos más puntos de venta de drogas ilegales que si se vendiesen, como antes, en las farmacias y en la herboristerías. En los tiempos de la Roma imperial había 900 tiendas que vendían opio, además de otras sustancias.
Pero ahora en Madrid o en Nueva York hay de 45,000 a 80,000.
¿Si de todas maneras la gente las puede conseguir, qué de negativo tiene la prohibición?
No tiene tanto de negativo. Lo que hace es crear un fenómeno mundial de desobediencia civil y por tanto de recuperación de las esencias ciudadanas. La gente se ha dado cuenta de que las leyes no están para protegernos de nosotros mismos, sino para protegernos de los demás. Por lo tanto una ley como la prohibición de las drogas, que pretende defendernos de nosotros mismos, es una usurpación y un dislate, pura corrupción del derecho. Digamos que la prohibición ha tenido el efecto positivo de generar desobediencia civil, que sirve para darnos la sensación y la certeza de que no somos súbditos, de que somos ciudadanos.
¿Y qué del argumento según el cual la droga nos hace irresponsables y peligrosos para los demás ciudadanos?
Es una profecía auto-cumplida del inquisidor farmacológico. Hasta la prohibición, que empieza en Estados Unidos a principios del siglo XX, no existía prácticamente el concepto de víctima involuntaria de las drogas. A partir de la prohibición en la que metieron a miles de médicos y farmacéuticas a la cárcel por que no querían plegarse a las órdenes del Ejecutivo, se crean unas personas que viven de esa coartada. Ahora las drogas te dan coartada para no hacer nada en lo absoluto, para ser una mierda con tu familia, con tus amigos y con los demás. Eres un farsante, eres un iluso, pero quien te ha dado los argumentos y las bases para comportarte así ha sido el que ha prohibido las drogas y les puso la consigna de engendros demoníacos.
Hay sustancias como la heroína que una vez uno las toma está dispuesto a hacer cosas que sin ellas no haría por la mera necesidad de conseguirlas…
Eso no es cierto. La heroína es mucho menos adictiva que el tabaco o que el café. 100 o 200 veces menos adictiva. Yo, por ejemplo, tomo heroína desde hace 35 años, pero así, on and off, como dicen los americanos. Nunca tomo por más de un par de días seguidos, porque me da resaca, claro. Y con el paso del tiempo la he ido bajando. La heroína es una sustancia de un efecto sutil que no se nota mucho, hay que tener muy agudizados los sentidos para darte cuenta en qué te influye. En las primeras horas sientes mucha energía, como si fuese una especia de anfetamina, pero suave, sedosa. Es un alivio para las personas coléricas o irascibles. El método de la inyección, que es el que le ha dado su mala fama, ya es arcáico. Ahora se toma a través de cashing the dragon. Se fuma en un papel plata o se aspira. El draculiano sujeto, ese yanki que se inyectaba, era en realidad un discípulo directo del inquisidor farmacológico, y como ya el inquisidor farmacológico va teniendo menos sentido, pues tampoco tienen sentido esas prácticas de pincharse las venas y transmitirse horribles enfermedades.
¿Cree que estén a punto de caerse las barreras y de que haya libertad total con respecto a estas sustancias?
Lo que pasa es que este tipo de cruzada nuca se resuelve con un decreto que diga: “señores, nos equivocamos, había derecho a pensar libremente, o había derecho de practicar magia”. El Vaticano y las iglesias reformadas protestantes todavía no han dicho “hemos matado 300,000 personas en la hoguera por practicar la magia”, pero ya todo el mundo sabe que la magia es un derecho civil que lo tiene cualquiera. La prohibición sigue un tema de derecho y en algunos países connota altísimos riesgos, hasata el de la pena de muerte. Hay 33 países con penas de muerte. Pero en el mundo civilizado, sobre todo en Europa, la prohibición de hecho no existe. Pero claro, los principales traficantes de drogas en el mundo son personas ligadas a la policía y a los gobiernos.
¿Alguna vez ha tenido problemas de adicción o dependencia?
Soy adicto al tabaco. Lo que pasa es que lo soy porque quiero, porque no me parece que la vida valga la pena sin mis cigarros. Sigo creyendo que es un absurdo hablar de una libertad separada de responsabilidad. Las libertades que tomamos son responsabilidades que asumimos. Es posible que por fumar abrevie mi vida o me genere un futuro muy malo. Pero no siento adicción a ninguna otra droga. Por ejemplo, la heroína me encanta, aunque comprendo que es más difícil tomarla con mesura y con sensatez por todo el imaginario social que la rodea. Como se supone que la droga es adictiva por excelencia, las personas entran en ese cause muchas veces porque les conviene, porque tienen problemas emocionales, sociales, profesionales o psicológicos, y se refugian ahí como una excusa muy buena para escenificar su necesidad de ayuda y de dependencia.
Parece bastante irónico que sea la menos emocionante la única que le haya causado adicción.
Cuando estás falto de energía pegas muchas haladas y muy fuertes, e inmediatamente suben tu tono energético. Cuando necesitas tranquilidad, das haladas espaciadas y no profundas y te tranquilizan. Es la única droga que tiene doble efecto y además estimula la inteligencia. El tabaco es la única droga sagrada desde Alaska hasta la Patagonia.
¿Cree que el tabaco está perdiendo la pelea?
No la perderá nunca. Es demasiado potente, es demasiado gratificante para el usuario. Podrá incluso haber una gran rebelión si se insiste en perseguirlo. Que se pongan de acuerdo mediante medios modernos como el Iternet los usuarios y empiecen a fulminar las compañías aéreas por orden: “Somos 200 millones de usuarios de tabaco. Lufthansa, si no cambia usted en un mes su política contra los fumadores, nadie viaja; American Airlines, si no cambia usted en dos meses, nadie viaja. Dándoles ultimátums. Las compañías aéreas hacen economías a escala, de repente se quedan sin 10 millones de clientes en un mes y ¡pun!, “bancarrota”. Aparte de otras medidas más sencillas como por ejemplo en Estados Unidos, donde hay reglas tan severas, que aterrizan un avión si alguien prende un pitillo y demás…se podría lograr que de repente a las cinco menos diez, 100 millones de americanos encienden su pitillo en los aviones. Cada vez que los seres humanos se han puesto de acuerdo han logrado cosas asombrosas. Le han cortado la cabeza a Luis XVI.
¿Una droga tan masivamente utilizada como la marihuana, ha afectado negativamente la cultura?
Es curioso, porque ahora se han descubierto sus numerosas utilidades médicas y terapéuticas de la marihuana. Tiene, incluso, todo tipo de principios nutritivos. Y es extraordinaria incluso para contener la erosión. Con ella se puede fabricar papel mejor que el que tenemos.
¿Y qué tiene de malo?
Yo creo que cierto tipo de personalidad, la que se teme a sí misma, la persona que lleva puesta una máscara, que se impone un papel, no debería tomar marihuana y sufrir sus efectos porque lo desnudaría, rompería su caparazón de rutinas. El cáñamo tiene el poder de revelar esta diferencia radical entre el aspecto y la interioridad de las personas, así que todas las personas que vivan disfraz no deberían tomarla.
¿Qué opina del crack?
Yo he tomado crack y lo encuentro más euforizante, más gratificante para el usuario que la cocaína. Va dirigido a un público con un poder adquisitivo no muy alto, porque todavía le falta refinar. Es mucho más barato, sólo es pasta base. No hay que tener un respeto por el conocimiento científico. Por ejemplo, el crack no es más tóxico que la cocaína. Lo que pasa es que ¿quién toma crack? Los negros más jorobados de Estados Unidos. Lo toman los adolescentes con menos perspectivas profesionales. Las drogas más peligrosas del mundo, las que pueden volverte realmente loco, son vendidas en las farmacias y son los neurolépticos.
¿Qué clase de drogas que estén por venir le emocionan?
La 2CB o afro onexus. Otro producto de la gran mente de Shulgin. No tiene mucho poder visionario, pero tiene una capacidad introspectiva y afrodisíaca que a mi juicio es el principal aspirante a los favores del siglo XXI. Yo espero que cada vez se vayan haciendo drogas más activas. Es decir, que con menos cantidad tenga más efecto. Y también drogas que tengan un efecto muy intenso pero breve. La vida moderna no te permite ponerte a viajar como con mezcalina, unas 20 horas. Ahora nos interesan fármacos que nos permitan en una o dos horas resolver el nudo psicológico y espiritual antes vinculado a drogas como la mezcalina. Creo que en lo que están tanto la industria química legal como la ilegal es en una búsqueda frenética de principios cada vez más puros, más potentes y al mismo tiempo de acción más breve, que con menos impregnación de nuestros tejidos orgánicos tengan los mismos efectos. Por ejemplo, todos los que amamos el tabaco, lo que realmente amamos es la nicotina. ¿Por qué producir la gran liberación de nicotina buscada con la ayuda de una brasa, si podemos meterlo rápidamente en un aparatito que lo vaporice y que sin necesidad de producir alquitranes, sin necesidad de combustión, libere nicotina de manera que nosotros podamos absorber un poco.
¿Qué droga que no haya probado le gustaría probar?
Ninguna, todas las que me han llamado la atención las he probado.
¿Ha sentido que las drogas alteren la química del cuerpo, y que esa alteración sea negativa?
No. si te metes a una orden religiosa y haces voto de pobreza, obediencia y castidad tienes una alteración química mucho más potente que tomándote una mezcla de heroína y cocaína. Y si te mortificas y practicas el ayuno creas en tu cuerpo un efecto muy parecido al de tales o cuales drogas. Nosotros somos una bolsa química. Lo que pasa es que hay un éxtasis digamos digno –el que consigues con los votos de pobreza, castidad, obediencia y mortificación– y un éxtasis indigno, que consigues tomando RC25 o morfina. Son cosas que dicen los ignorantes, los fanáticos, los dogmáticos.
Cuando uno se fija en el movimiento chamánico…
Los chamanes son los médicos y directores espirituales de las sociedades simples. En sociedades complejas, como las que tenemos ahora, las soluciones chamánicas no parecen de aplicación. He conocido chamanes pero no me parecen personas más atendibles que cualquier otra, tampoco menos.
¿Cree que todos deberíamos tener libre acceso a todo?
A la larga sí. Lo que se pasa es que cada droga debería tener su sitio de venta. A mi modo de ver, se van a vender en puntos diferentes:
La de paz y energía –heroína y cocaína- y las hiper peligrosas –Belladona, Datura- en la farmacia.
Las de viaje, que las tengan en los departamentos de antropología, ciencias y artes de la universidades porque ayudan a la capacidad creativa.
Las básicas, o sea las de más uso, como la marihuana, pertenece a supermercados.
En cuanto a educación, ¿qué cree que es lo necesario para nuestros hijos?
Amor propio y sentido de la estética. Darse cuenta que están haciendo una empresa científica al tomar drogas. Que se están metiendo en un terreno del cual van a salir datos. Que las drogas les ayudan a conocer mejor lo que es la condición humana intelectual y emocionante.
¿Cuál será la clave en el momento en que se libere todo, cuando ya no haya prohibición?
Quererse a sí mismo. La razón para tomar drogas es para conocerte a ti mismo. Hay que tomarlas queriéndose a sí mismo, respetándose y, por su puesto, respetando a los demás. Es que sólo respeta a los demás quien se respeta a sí mismo. La vida tiene unos sinsabores evidentes, aparte de tener que ir envejeciendo y sufrir enfermedades. Muchas veces nos faltan horizontes, otras veces nos aquejan dolores, otras veces nos aqueja una falta de energía, una apatía que nos hace indolentes y nos hace perder oportunidades de promocionarnos, de tener una vida mejor. Las drogas están ahí como donadoras genéricas de paz, de energía y de exclusión. Que las usemos así o no, va a depender de cada individuo. También los coces están para desplazarnos de un lado a otro y hay insensatos que van y matan a cinco y luego se matan ellos…
Muchos cambios que hacen época acontecen entre susurros, mientras dormimos, como aconteció con la cruzada contra la brujería, convertida sin decreto expreso en cruzada contra el librepensamiento. Algo análogo —por solapado— ocurre hoy con las drogas ilícitas.
En 1914, el Congreso norteamericano aprobó cierta ley que restringía drásticamente el uso de opio, morfina y cocaína. Admitió también a trámite otra ilegalizando cualquier bebida alcohólica (salvo el vino de la misa), y nombró una comisión para endurecer la normativa sobre tabaco, que prohibía ya fumar públicamente en 28 estados de la Unión. El entonces diputado H. C. Hoover —que luego llegaría a presidente del país—, definió el paquete legislativo de ese año como el mayor experimento moral de la Historia.
El Congreso tuvo en cuenta que la recaudación por impuestos indirectos iba a contraerse al menos en una cuarta parte, y aprobó antes la enmienda XVI a la Constitución, que faculta al gobierno federal para gravar la renta de personas físicas y sociedades, siendo por eso la prohibición el origen inmediato del IRPF. Luego resultaría que la Ley Seca se derogó en 1933, y que el tabaco pudo con sus detractores. Pero los tres productos de botica controlados se transformaron en docenas, después en centenas y por último en millares de substancias psicoactivas, algunas controladas con receta y otras prohibidas.
Hoover llamó experimento a las iniciativas de 1914 porque traían un orden nuevo, opuesto a la previa libertad comercial. El privilegio de recetar y dispensar pequeñas cantidades de coñac y whisky —con fines estrictamente terapéuticos— convenció a la Asociación Médica Americana y la Asociación Farmacéutica Americana de unirse a un experimento que prometía terminar con intrusos sin diploma (los matasanos). No obstante, como el gremio terapéutico consumía y dispensaba liberalmente dichos compuestos, cuando en las consultas y boticas aparecieron policías fingiendo ser adictos, o simples usuarios, muchos cayeron en la trampa. En 1921, por ejemplo, unos 70.000 médicos, dentistas y farmacéuticos americanos habían estado o estaban en prisión por recetar o tener existencias de morfina y cocaína. Es entonces cuando la Revista de la Asociación Médica Americana denunciauna conspiración para privar a la medicina de sus derechos y responsabilidades tradicionales.
Menciono estos detalles de los comienzos no sólo porque quizá se ignoren, sino porque el prohibicionismo produjo efectos muy considerables en Norteamérica —contrabando, corrupción institucional, desprecio por la ley, los primeros yonquis propiamente dichos—, aunque no así en el resto del mundo. Había una diferencia de espíritu, que se sopesa recordando la alocución del senador J. Volstead (Volstead Act se llama la Ley Seca) al entrar en vigor su proyecto: Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños; se cerraron para siempre las puertas del infierno. Europa y los demás continentes practicaban una política menos ambiciosa, que andando el tiempo se conocerá como reducción de riesgos. Al viejo mundo le resultaba demencial una legislación que iba a crear el Sindicato del Crimen, y prefería limitar ciertas drogas a usos médicocientíficos que negar tales usos.
Por otra parte, los progresos en química de síntesis iban convirtiendo en antigualla el viejo arsenal para inducir ebriedades, y era sencillo sortear las restricciones impuestas al opio, la morfina y la cocaína consumiendo otras. Como en Norteamérica la morfina acabó siendo devuelta sin demasiadas cortapisas al estamento médico, hasta allí se observa apaciguamiento cuando vender bebidas alcohólicas dejó de estar perseguido. Por toda la superficie del orbe hay una pléyade de analgésicos, sedantes, estimulantes y somníferos nuevos, que se venden puros, baratos y sin receta en las farmacias, restringiendo el mercado negro a mínimos.
Muy pocos recuerdan a la cocaína, por ejemplo, cuando disponen en la botica de anfetamina, dexanfetamina, metanfetamina, fenmetracina y otros fármacos aún más potentes de estimulación; y nadie echa de menos morfina disponiendo de meperidina, dolantina o palfium. Tampoco usa nadie opio para acabar durmiendo, o el áspero cloral, cuando haybarbitúricos, meprobamato y benzodiacepinas. Muchos recordarán elOptalidón, ese sostén del ama de casa compuesto por anfetamina ybarbitúrico. De hecho, podían pedirse en farmacia incluso drogas visionarias como la mescalina. Eso sí, eran personas mayores e integradas quienes usaban dichos productos, y no obraban de manera escandalosa.
Mirándolo hoy, una organización impersonal e inconsciente, construida durante siglos, había asumido el brote de voluntad consciente con algunas muestras de respeto y mucha mano izquierda. Para denunciar esa mano izquierda, sin embargo, la diplomacia norteamericana instó en la ONU una red de entidades, que antes de terminar los años 50 lanzaría su primer plan quinquenal para un mundo libre de drogas. Su portavoz, el Boletín Internacional de Estupefacientes, iba a ilustrar sin rubor el nexo entre alarma a propósito de una droga y minorías sociales mal vistas. Así leemos que el opio se vinculó con explotación infantil por parte de chinos en San Francisco y Nueva York; la cocaína con violaciones perpetradas por negros en el Sur; los licores con inmoralidades de judíos e irlandeses; la marihuana con accesos de demencia maníaca en inmigrantes mexicanos, o con malayos en trance amok.
El precario equilibrio entre clasicismo y prohibicionismo colapsa a finales de los años 60, un periodo de apoteosis insurreccional que reclama drogas y sexo, enarbolando el lema «prohibido prohibir«. Mayo del 68, Woodstock y sus muchos análogos definen a la vez un catastrófico retorno de lo reprimido, la victoria incondicional de cierta estética y el sepelio de un consumismo hasta entonces tímido. Entre las desvergüenzas destaca una cofradía de la aguja, fundada por William Burroughs al amparo de las sórdidas condiciones norteamericanas, o el discurso de algún payaso psiquedélico atribuyendo a la LSD capacidad para evocar cien orgasmos. Más estupor todavía causa un fenómeno de peregrinación al campo en parte de la juventud, que alegando sustituir el Sistema por la Naturaleza se permite una carta alternativa al menú farmacológico oficial.
La respuesta va a ser una guerra sin cuartel a viejas y nuevas drogas, que asume en primer término Nixon. El resto del mundo le sigue, instando la ONU a que todos los países creen brigadas específicas de estupefacientes, y endurezcan las penas. Llega así la Convención Internacional de 1971 sobre Sustancias Psicotrópicas, en un clima de opinión que compara la desobediencia civil reinante con una plaga como la muerte negra del medievo. Comunistas, capitalistas y subdesarrollados están de acuerdo en este punto, y unos 40 países contemplan pena de muerte para castigar al desobediente. Más decisivo aún es que laboratorios y farmacias se vean obligados a una retracción radical de su oferta, restableciéndose en condiciones de monopolio el mercado negro.
Sucumbe así el orden secular, sustituido por una organización dirigida a la abstinencia que ya es cruzada mundial. Con todo, subsiste una distancia entre intención y resultado, y aunque el nuevo orden esté en las antípodas del laissez faire lo cierto es que pone en marcha un nuevo orden espontáneo. Por ejemplo, ahora sí empieza a suceder que los jóvenes consumen, y que cofrades de la aguja draculina se prostituyen para conseguir su dosis, o roban y atracan, como tan precozmente temieron los reformadores a principios de siglo. Un asunto de marginales indigentes se ha generalizado a todos los niveles de renta, y las encuestas sugieren que es el problema público número uno. Heroína, cocaína, cáñamo y la recién ilegalizada LSD son inicialmente los productos estrella, que retornan o prosperan al amparo de farmacias sin oferta alternativa, dentro de una rebeldía que denuncia la cruzada como iniciativa pseudocientífica, cuyo remedio agrava al máximo la enfermedad.
Siguen unos 30 años de guerra incondicional a los paraísos artificiales, donde lo que acontece en Norteamérica se reproduce en Europa algo después salvo en el caso de Holanda, que escandaliza a todos decantándose por una política de reducción de riesgos. Durante ese periodo buena parte de quienes gritaron «prohibido prohibir» morirán de sobredosis accidental (envenenados ante todo por adulterantes), o pernoctarán largamente en cárceles. Es una victoria en la guerra, aunque multiplica por ocho o diez los asaltos y sustracciones atribuidos a adictos, creando un Sindicato del Crimen ahora internacional, sostenido por unos 30 países corruptos de arriba abajo; allí el comercio de drogas se castiga con pena de muerte o reclusión perpetua para excluir a aficionados de un negocio reservado a militares y policías.
El orden espontáneo que la política de tolerancia cero ha puesto en marcha se completa poco después, cuando la guerra antidroga tope con la química en sí, un adversario de proporciones infinitas.Más aún que originales y análogos, cocineros más o menos competentes pasan entonces de la reproducción al diseño. Drogas de diseño son el haschisch marroquí, el crack, la pasta base, la amplísima gama de pastillas, la ketamina, los fentanilos de mercado negro, el llamado éxtasis líquido, el cáñamo hidropónico y cualquier otra substancia psicoactiva que nazca directamente de la prohibición, adaptada a grupos, subgrupos, franjas horarias y hasta espacios momentáneos.
La polarización y exasperación es tal que empiezan a oirse voces reclamando legalizar algunas drogas, o todas, como si la Ley Seca hubiese terminado con la legalización del alcohol, y no con una derogación de la Ley Seca. Aunque los precios son altos, y cada producto está fuertemente adulterado, no hay reducción sensible en la demanda. Al contrario, las drogas tradicionales y las de diseño no sólo cumplen finalidades lúdicas y ceremoniales (para pijos, progres, chelis, etc.), sino que se convierten en ritos de iniciación a la madurez, sostenidos por instituciones tan nuevas y rentables como el Fin de Semana.
Este estado de cosas se mantiene en Europa hasta mediados de los 90, cuando empieza a ser imposible hablar de una guerra sincera a las drogas. Las ingentes existencias, lo sencillo del acceso a ellas, la falta de estigma social y el descrédito del prohibicionismo hacen que todas se abaraten y mejoren en pureza. Es ahora una batalla sólo nominal, que ha elevado al cubo los puntos de venta, aunque vea reducirse espectacularmente las muertes por sobredosis involuntaria. El orden espontáneo se ha sobrepuesto al decretado. Pero esto —que para nada puede tranquilizar a los padres de familia— lo analizaremos mañana.
La primera parte de este artículo —“Órdenes espontáneos”, El Mundo, 11 de enero de 2005— describía cómo en Europa, y concretamente en España, la cruzada antidroga ha cesado, de acuerdo con un proceso evolutivo que remite a varios factores. El menos destacado, y quizá el más relevante, es un proceso de ilustración farmacológica. Sin ir más lejos, tenemos tres revistas mensuales sobre psicoactividad de ámbito nacional, con tanto o más público que sus equivalentes sobre motos, pesca o cotilleo político. Cientos de libros, otras publicaciones, congresos, sociedades, actos públicos y tiendas especializadas atienden también a consumidores que prefieren en este terreno una actitud observante, como la del botánico o el astrónomo. Unos son simples curiosos, otros son usuarios o productores que desean optimizar su actividad, pero ninguno comulga con las ideas de paraíso e infierno alimentadas por el prohibicionismo.
Más bien se interesan por la dosis mínima activa medida por kilo de peso, por las formas de sublimar y conservar los productos, la sinergia con otros, la finura de cada uno o los efectos colaterales. Su perspectiva —Jünger la llamó psiconáutica— les emparenta con el catador de vinos. Este público ni sacraliza ni sataniza compuestos químicos, a los cuales considera tan inocentes de las fechorías humanas como lo son el revólver o la dinamita. Cualquier substancia psicoactiva ayuda en principio a conocer y controlar mejor nuestro sistema nervioso, y casi cualquiera puede también arruinar nuestro organismo, e inspirarnos mala voluntad. Aunque los psiconautas no están a cubierto de irracionalidades, fulminan el mito nuclear del prohibicionismo; esto es: que nuestra conducta fue raptada por una droga, a quien incumbe la culpa. Para padres y madres de descarriados resulta muy tentador, y para el descarriado funciona como un combinado permanente de coartada y chantaje. Pero no dejará de ser una ilusión mientras haya usuarios responsables.
El colapso de la cruzada pende también de desmoralizarse sus agentes, algo inducido por volúmenes extraordinarios de existencias muy descentralizadas, escasa conflictividad del consumo prohibido y un proceso de ilustración farmacológica en jueces y policías. Si la represión quisiera mantenerse en los niveles de hace 10 o 15 años —por supuesto triplicando sus dotaciones al efecto—, un número desproporcionado de personas saturaría juzgados, cárceles y comisarías. La ministra de Sanidad ha comentado no hace mucho dos encuestas del Plan Nacional, que en principio son tan fiables como sondeos preguntando sobre masturbación o higiene íntima, aunque incluso así ofrezcan resultados llamativos. Más de la mitad de los jóvenes confiesa usar cáñamo, pongamos por caso, y el consumo de cocaína se ha multiplicado por cuatro en una década.
Mejor aún que leer encuestas es fiarse de la propia experiencia y, atendiendo a ella, sugiero que entre los 18 y los 40 años o algo más mucha gente usa al menos cada fin de semana un cóctel de substancias psicoactivas (alcohol, tabaco, pastillas, hachís, maría, coca y líneas sueltas o tragos de otras substancias varias). Aun siendo un veterano de los 60, que siente viva curiosidad por la psiconáutica desde entonces, no recuerdo nada remotamente parejo. ¿Se habrá producido alguna mutación genética gracias a la cual los jóvenes de hoy pueden asimilar cantidades y mezclas que a nosotros nos habrían matado, o dejado tullidos? Sólo cuando me informan sobre accidentes de tráfico, y la franja de edad donde son más frecuentes, comprendo que la señora de la guadaña no se ha marchado del todo.
Obsérvense las existencias prohibidas. Una vez admitido que erradicar las drogas resulta onírico, el plan de la DEA norteamericana ha sido hostigar al consumidor con productos cada vez más caros y adulterados. Pero en España y en toda la UE —salvo Irlanda— las drogas ilícitas son mucho más baratas y más puras que hace dos décadas, algo sin paralelo en todo el resto de las mercancías. Unas porque pueden cultivarse en casa (como marihuana, hongos psilocibios y toda suerte de plantas), otras porque no es tan difícil sintetizarlas con algún equipo (como el éxtasis y sus centenares de primos, la LSD o el speed) y otras porque la formidable demanda justifica exportarlas sofisticadamente desde América o Asia (como heroína y cocaína). A fin de cuentas, el mercado negro se ha hecho competitivo.
Incluso el Frankenstein del caso, el yonqui, asume la crisis del experimento prohibicionista abandonando la iglesia del pico motu proprio, para recurrir a modos alternativos y menos peligrosos de administración. Aunque al heroinómano de antes se hayan sumado los nuevos, ya no se oye de ninguno que atraque farmacias o transeúntes con una aguja supuestamente seropositiva, y hay muchas menos muertes por sobredosis accidental. Esto se debe a los poblados establecidos en algún punto de cada urbe, otra institución espontánea del mayor interés. Allí, pegado a una unidad municipal de venopunción, con un autobús dispensador de metadona para quien ande corto de efectivo, hallaremos un rastro con más o menos casetas. En cada una hay tres balanzas, una para heroína, otra para cocaína y otra para crack, que se dispensan sin patetismo. Coches policiales situados en los accesos colaboran con vendedores y clientes para que la paz se mantenga.
Desde luego, podemos escandalizarnos y pedir que este fruto de la prohibición desaparezca ya mismo. Pero si algo semejante se intentara, los camellos volverían a inundar las calles, miles de adictos urdirían soluciones muy indeseables para los demás en cada ciudad, las muertes por adulteración se dispararían y, finalmente, volvería a haber poblados. La Junta de Andalucía ha comparado el tratamiento con heroína y metadona, y acaba de probar sin sombra de duda que quienes reciben la droga supuestamente infernal están mucho mejor que quienes reciben el supuesto antídoto médico. Esto era totalmente previsible, ya que la metadona —lanzada por Nixon al mismo tiempo que la guerra sin cuartel a las drogas— es un compuesto sin virtud eufórica, solamente muy adictivo, y quien pretenda usarlo de modo crónico tiende a añadirle válium, alcohol, coca, litros de café y por supuesto heroína, mientras el heroinómano tiene bastante con esa substancia. Si su hábito no resulta gravoso para el bolsillo, puede emplearse en esto o lo otro y cumplir satisfactoriamente.
El experimento moral del que hablaba el presidente Hoover 90 años atrás dibuja así los límites del voluntarismo. Podemos cambiar lo tradicional, pero esos cambios dispararán otros y otros, que muchas veces ridiculizan lo pretendido en origen. El mundo entero, con la UE en cabeza, usa ahora muchas más drogas ilícitas que antes de reprimirlas. Pretender que sin represión usaría todavía muchas más lo desmiente la Historia, demostrando hasta qué punto el consumo de esto o lo otro es una función con muchas más variables. En general, aquello que va haciéndose por así decir solo, gracias a aportaciones anónimas e inconscientes, contiene incomparablemente más información y rendimiento que planes salvíficos basados en alguna profecía clerical-militar, aunque venga disfrazada de iniciativa científica.
Pero que esta guerra haya terminado, o se encuentre en fase de indefinido armisticio, no significa que el futuro sea halagüeño y excuse nuestra intervención. Hablo como padre de siete hijos, de los cuales seis están entre los 12 y los 39 años. Comprendo la alarma de cualquiera si suena el teléfono de madrugada, pues coches y motos lindan con féretros las noches de viernes y sábados. Nuestra juventud vive un tiempo parecido a los años que siguieron al fin de la Ley Seca, celebrando alegremente la ruina del inquisidor, y temo que su fantástico aguante actual les pase en el futuro alguna factura impagable a los más marchosos. Tanto como me enorgullece que no sean crédulos ni timoratos y gocen su libertad, temo que la carretera, algún adulterante o un simple exceso de confianza les ponga en peligro o les haga perder demasiado el tiempo.
Holanda es un modelo de cordura. Al separar el cáñamo de otras drogas, lo que hizo fue no enajenar la confianza de sus jóvenes, lanzando al mismo saco todo salvo alcohol, tabaco y específicos de farmacia. Cuando montó laboratorios móviles para detectar adulteración en drogas distribuidas por discotecas, after-hours y raves, puso en práctica esa misma política de mitigar riesgos con realismo. También ha sido pionera en la administración de heroína como alternativa a la metadona. En ningún país hay una oferta de drogas comparable y ninguno tiene menos adictos de los clasificados como irrecuperables. Con mano izquierda, ha convertido aquello que en Malasia o Irán acarrea la horca en un negocio básicamente tranquilo, del cual viven incontables familias, fuente de un turismo que aprovecha a todos. Y aunque el dato subleve al cruzado prohibicionista, su consumo de cáñamo es sensiblemente inferior al español, e incluso al italiano e inglés.
Quizá el progreso técnico sea inseparable de una psiconáutica en aumento, que al ensanchar el espacio interior compense el paulatino recorte del exterior, instado por la presión demográfica y el precio del suelo. Tampoco es improbable que drogas por descubrir lleguen a ser obligatorias en ciertas circunstancias, como ahora lo son el cinturón de seguridad o el seguro a terceros. En todo caso, nuestros hijos desoyen el sermón prohibicionista, cuya presencia resulta por eso mismo contraproducente. Cuando hablamos de prevención sin camelo, será para ofrecer guías de uso, no de abstención. En efecto, a nadie se impone hoy la ebriedad con esto o lo otro, y huir de infortunios evitables pasa por sentar conocimientos en vez de prejuicios. Conocimiento y amor propio son la única brújula para navegar por las aguas turbias de una prohibición desobedecida.
Para acabar de hacer difícil esa navegación, falta el control de calidad vigente para farmacias, estancos y supermercados, haciendo que los objetos nominalmente prohibidos sean peligrosos no sólo en sí sino por su ignorada composición. Tras tanta guerra para redimir almas secuestradas por paraísos artificiales, cambiar esto de la noche a la mañana sería un nuevo acto mágico, consistente en exigirle por decreto al mercado negro que se convierta a la transparencia. Antes será preciso aceptar la simple realidad: que las drogas son cosas neutras, provechosas o calamitosas en función de usuario y momento, pues sólo su dosis convierte a algo en veneno.
Queda añadir que las leyes se derogan por otras leyes, o por desuso. Sólo sé que no sé nada, la máxima socrática, parece lo menos saboteador ante el cambio. Como padre de familia me interesa por eso el tipo propiamente compasivo de preocupación, que se liga a reducir daños. En vez del experimento eugenésico toca practicar una razón observante, sin fábulas sobre daños sobrenaturales como pérdida del alma o apostasía. El desafío del caso es que se nos llevarán los demonios si no enseñamos a dosificar con arte, como intentamos enseñar las profesiones. Pero ese arte pende de poder dosificar, algo imposible mientras brillen aún por su ausencia los compuestos puros.
Los tiempos han cambiado. Hoy en día los niños se drogan de manera digital con lo que se denomina “iDosing” (las drogas sónicas descargadas de Youtube). Sin embargo, yendo al pasado, se podría decir que este tipo de experiencias eran más análogas. El cine y la televisión informaron a nuestras mentes vulnerables y fomentaron un gran interés en romper moldes de la cotidianidad.
Aunque algunas de estas representaciones parecían convincentes y fascinantes a la vez, fue sólo después de que nos vimos persiguiendo a un conejo blanco, que nos dimos cuenta de lo difícil que era capturar la experiencia psicodélica en el celuloide. Sin embargo, a veces lo hicieron bien.
Así que probablemente es tiempo para un “estudio” de lo que es, lo que podría ser y lo que no estaba, en el mundo de la representación del cine psicodélico.
10. Desfile de elefantes rosados
Vamos a llevar este viaje agradable y fácil con un clip de Disney sobre la desgarradora historia donde la felicidad triunfó sobre la adversidad, Dumbo. Trippy Shit…
9. Butterflies and mushrooms
No estoy seguro si los realizadores del casi-documental de 1988, The Bear, tienen derecho a mencionar la frase “Ningún animal fue lastimado durante la realización de esta película”. Sin embargo, estoy seguro de que si te quedarás impresionado con los efectos casi poéticos utilizados para ilustrar las visiones de los cachorros.
8. Riot on Sunset Strip
Esta es una escena de la pelicula Infierno en Sunset Strip dirigida por Arthur Dreifuss. Algo que me gusta mucho es la banda sonora de The Standells y The Chocolate Watch Band.
7. Altered States
Un viaje alucinante al fondo de la mente, donde el director Ken Russell (1980) se basa en los experimentos de John Lilly. Una catarsis hacia las raíces ancestrales donde aparecen los tanques de deprivación sensorial y los hongos alucinógenos.
6. LSD A Go Go
“LSD A Go Go” de Scott Calonico (2004) es una película americana de diez minutos de duración sobre el uso de ácido y cuenta experiencias de jovenes consumidores que son estudiados por parte de la CIA en los años cincuenta. Saltar a la experiencia del minuto 2:55, es de las más curiosas.
5. The Acid House
En esta pelicula de Paul McGuigan (1998) y del escritor Irvine Welsh (autor deTrainspotting) el ácido es el acompañante de un surrealista viaje a la infancia. Música techno, voces retardadas, repetición de acontecimientos y motivos religiosos en un desvarío de ácido que suponía una inmejorable oportunidad para recrearse en los bucles temporales y que, sin embargo, optó por el machacadísimo recurso del intercambio de personalidades.
4. Requiem For A Dream
Aparatosa, irregular, pero fascinante! La solidez literaria de la historia permite al director Darren Aronofsky sumergirse hasta las entrañas en la adicción, el verdadero hilo conductor de la película.
3. Easy Rider
Ese clip nos permite pasar sin problemas por una de las representaciones más auténticas de un viaje de ácido jamás capturado en la pantalla. En este clip, se puede sentir la disociación, el miedo desgarrador y difícil de manejar, de una completa liberación de la disonancia mental.
Desafortunadamente este clip es en francés, fue lo unico que pude encontrar.
2. Fear and loathing in Las Vegas
Terry Gilliam desarrolla una historia bizarra y delirante basada en la novela deHunter S. Thompson. En esta escena se puede ver lo que es el inicio de un viaje a Las Vegas acompañado de dos bolsas de marihuana, 75 pastillas de mescalina, 5 hojas de ácidos, un salero de cocaina, un litro de éter, ron y tequila.
Información de interés para personas que toman cocaína. Colección de micro-podcasts de audio sobre diferentes aspectos del consumo de cocaína que puedes descargarte en tu dispositivo de audio favorito, escucharlos cuando quieras y compartir con quienes creas que les pueda interesar.
El Tribunal Supremo (TS) ha absuelto a un ciudadano rumano, dedicado al menudeo de droga y al que la Policía sorprendió vendiendo una papelina de coca, porque la droga que suministraba estaba tan adulterada y era de tan baja calidad que no llegaba al límite mínimo para tener efectos «psicoactivos».
Así lo establece el Supremo en una sentencia a la que ha tenido acceso Efe que revoca el anterior fallo de la Audiencia Provincial de Madrid que lo condenó a tres años de prisión como responsable de un delito contra la salud pública.
Los hechos se remontan a la madrugada del 18 de julio de 2008 cuando el acusado fue detenido por la Policía instantes después de vender una papelina de cocaína a un consumidor de esta droga.
La bolsita de coca pesaba 387 miligramos, una cantidad apreciable aunque muy adulterada, con solo el 11,7 por ciento de pureza, por debajo de la «dosis mínima psicoactiva» fijada por el Instituto Nacional de Toxicología en 0,05 gramos de sustancia pura.
«En este caso la dosis incautada era de 0,045 gramos, lo que sitúa a aquella claramente por debajo del umbral de toxicidad que permitiría considerar a la acción enjuiciada como de riesgo para la salud pública», añade la sentencia.
Por todo ello, el alto tribunal ha absuelto al acusado, en prisión preventiva por esta causa, al entender que la venta de una dosis tan baja de cocaína no puede castigarse como un delito contra la salud pública en su modalidad de tráfico de drogas.
Ya en el año 2004, el TS fijó en 50 miligramos de cocaína, diez miligramos de hachís y 20 miligramos de éxtasis las cantidades a partir de las cuales es delito traficar con esas sustancias al ser éstas las dosis mínimas que representan un peligro para la salud.
Según el Supremo esas cuantías sirven para unificar las decisiones de los tribunales a la hora de determinar a partir de qué cantidad de droga se puede imponer pena de cárcel, aunque matiza que se trata de cifras de «simple referencia», susceptibles de «cuantas matizaciones pueda aconsejar el caso concreto».
Así, afirmaba que aunque se trate de la transacción de una papelina con «escasísimo porcentaje activo», existen personas como niños, enfermos o mujeres embarazadas de menor resistencia a la toxicidad de las sustancias estupefacientes.
Añadía además que también debe tenerse en cuenta que, aunque las dosis ingeridas puedan afectar mínimamente a la salud, el propósito de los vendedores podría estar dirigido a «iniciar a los neófitos en el consumo», consiguiendo a medio plazo un grado de dependencia a las drogas.
Durante los últimos tres años, más de 15.000 personas han sido asesinadas y algunas regiones de México son ahora más peligrosas que Bagdad. Los sicarios del cartel y las mujeres al servicio del narcotráfico son actores principales en este conflicto. La Noche Temática nos acerca a la guerra del narcotráfico en México a través de dos documentales.
«El sicario ROOM 164«
Desde la habitación de un motel en la frontera entre Estados Unidos y México un asesino a sueldo, experto en la tortura y el secuestro, nos relata sus 20 años de vida al servicio del narcotráfico. Durante años el sicario fue comandante de la policía estatal de Chihuahua. Incluso recibió un entrenamiento del FBI.
El sicario asegura que miembros de la policía y del ejército están al servicio de los cárteles y llega a escenificar el modo en que torturó al último de sus secuestrados. El protagonista del documental vive como un fugitivo y el precio por su cabeza es de 250.000 dólares.
FICHA TÉCNICA
Documental 2010 –USA-FRANCIA-84’ Dirección: Gianfranco Rosi Calificación: + 13 Producción: Les Films D’ici y Robofilms en colaboración con Arte France
«Chicas al servicio del narcotráfico«
Video eliminado a petición de la productora.
En México el papel de la mujer en los carteles de las drogas ha evolucionado más allá de la novia tradicional. Como mujeres, despiertan menos sospechas y transportan drogas y armas, lo que les permite alcanzar una mayor influencia dentro de los cárteles. Participan en el blanqueo de dinero o incluso en el asesinato. Algunas han alcanzado la categoría de líderes de banda, convirtiéndose en auténticos iconos.
FICHA TÉCNICA
Documental 2010–Francia – 52’ Dirección: Stéphanie Brillant & Manon Quérouil Calificación: + 13 Producción: She is the Boss
En México hay cada vez más jóvenes dispuestas a todo por relacionarse con un traficante, e incluso a hacerse muleras. En México no es ningún secreto que la mayoría de las misses y modelos salen con narcos. Se está convirtiendo en todo un fenómeno social. Por eso el gobierno mexicano lanzó a mediados de 2010 una amplia campaña de sensibilización dirigida a las jóvenes con mensajes como’el amor puede salirte caro’, un slogan impactante para poner en guardia a toda una generación amenazada.
En la ciudad de Culiacán, la capital mexicana del narcotráfico en el Estado de Sinaloa, de 700.000 habitantes, casi el 70 por ciento de la población vive de la economía generada por el narcotráfico. Nadie hace ningún esfuerzo por ocultarlo. En esta región el narcotráfico en una religión.
Antonio Nery Filho, asesor del gobierno de Brasil para la lucha contra el paco. El psiquiatra brasileño señala que no está contra el usuario, sino contra la droga, y se manifiesta a favor de la legalización de todas como forma de eliminar la violencia y el sufrimiento que generan el narcotráfico.
[Emilio Ruchansky] Argentina. El paco es una sustancia relativamente nueva en la Argentina, recién el año pasado se supo que su composición química es en esencia alcaloide de cocaína. ¿Desde hace cuánto se consume en Brasil?
Desde los años ochenta. Se le dice «crack» en todas partes, otra expresión no es reconocida. Es una palabra importada completamente de Estados Unidos, aunque no es la misma sustancia. Por el conocimiento que tengo, el crack fue una invención de los usuarios norteamericanos. En una crisis de falta de cocaína, ellos utilizaron el residuo de cocaína y asociaron carbonato de calcio, el que se usa para las tizas, lo que resulta un problema. El nombre es una onomatopeya: para ellos el sonido de una piedra que se rompe es: «Crack».
¿Qué medidas se tomaron desde lo sanitario cuando apareció?
Por suerte, rápidamente se descubrió una cosa, que me parece importantísima para el crack. La vía de entrada es pulmonar y los pulmones son una inmensa vía de absorción. Es muy rápida. Y produce una gravísima «inundación» al fumar, como cuando los ríos desbordan e inundan una ciudad. Al fumar, ocurre una inundación brutal del sistema nervioso central, que se reparte en todo el organismo a través de la sangre, de un modo en que ningún otro medio de consumo consigue.
¿Ni siquiera pinchándose cocaína?
La misma cantidad inyectada precisaría una disolución sanguínea y un largo viaje hasta al cerebro para producir algún efecto. O sea, esa es una llegada más lenta que la vía pulmonar, que es inmediata y tiene una enorme, incomparable, intensidad. Esto es fundamental porque al fumar se produce una intoxicación de un centro cerebral responsable por el placer y, por otro lado, se produce metabolización inmediata de la cocaína. Justamente, el nivel de intensidad es tan alto que a la menor disminución de la intensidad va a producir una necesidad de reutilización porque la intoxicación es más alta. Además, cuando se usa una jeringa uno puede calcular mejor la dosis. Cuando usted fuma no hay un control tan preciso. Estas son las razones a considerar.
¿Por qué?
Pasa que el nivel de intensidad en el crack lleva oculto un fenómeno, que en Brasil resumimos así: «A una necesidad monstruosa, una respuesta monstruosa». Déjeme explicarme mejor. Voy a decir una cosa que creo y defiendo. Yo creo que las personas tienen necesidades diferentes porque son biológicamente diferentes. Cada uno de nosotros tiene un patrimonio psíquico, que será determinado por el patrimonio biológico y las condiciones sociales, en las cuales los humanos conviven y se organizan. Esta una relación triangular permanente, que tiene como efecto la organización. No estoy hablando de inteligencia, ni de carácter, sino de organización. Considerando esto, cada uno de nosotros tendrá sus propias necesidades y sus propias posibilidades. No hay dos necesidades iguales, como no hay dos posibilidades iguales, porque no hay dos humanos iguales.
Quiere decir que existe una fuerte determinación detrás de la elección.
Así es. La «elección» de una droga será siempre el resultado de la interacción entre la posibilidad de un patrimonio biológico con una posibilidad psíquica en una condición social. La elección, muchas veces, llegaría a personas deprimidas, maníacas, excitadas, a organismos que van rápido, que soportan o que no soportan, a organismos que soportan una gran cantidad de cocaína en un psiquismo deprimido, en una situación desfavorable. Aquí se pueden hacer las combinaciones que usted quiera. Pero hay que destacar que en la combinación de los tres elementos son más importantes lo psíquico y lo social, puesto que lo biológico es estable, no cambia. Por ejemplo: alguien que pierde el trabajo, que ganaba bien, que tiene coche, casa. Esta persona tiene una constitución física buena, ninguna dolencia, pero una hipoteca que pagar por su casa y tres niños con una mujer que no trabaja. Ese hombre puede sufrir, puede beber o esnifar cocaína ocasionalmente y descubre que la cocaína resuelve su sufrimiento.
Como si fuera un antidepresivo.
Exacto. Pero no es un medicamento. No autentica la dolencia, no autentica la condición «patológica». Si utiliza un antidepresivo reconoce que está enfermo, cuando usa la cocaína no.
Pero la función parecería la misma.
Es la misma, pero la condición y la representación no. Una es legal, la otra no. Una está en el ámbito médico, en la salud, la otra está en el ámbito de la intimidad. Y del placer. Este hombre busca una resolución del sufrimiento, no de la situación. De este modo, se comprende la historia que cada uno puede hacer de una droga. Tomemos los adolescentes. Los adolescentes sufren con la adolescencia, desafían al mundo, necesitan marcar su presencia en el mundo, con la transgresión dicen «estoy acá, soy diferente de mi mamá y de mi papá, yo soy otro». Una de las transgresiones, en Brasil, no sé acá, es la utilización de la marihuana porque puede ser un sedativo, un desinhibidor y es una fuerte transgresión. La marihuana asocia a los adolescentes: pueden fumar juntos, comprar o cultivar juntos. Hay toda una cantidad de fenómenos asociados al consumo. Pero sobre todo los adolescentes saben que no morirán por fumar porro. Entonces, cumple bien todos los papeles que necesita el adolescente. Desgraciadamente, la policía, la familia, los médicos, los psicólogos no comprenden esta utilización y la criminalizan. La prohibición no es una ayuda a los adolescentes en su travesía hacia la vida adulta, es un vejamen. Esta utilización de la marihuana yo la considero absolutamente transitoria, en la mayoría de los casos, y funcional porque comprende, justamente, funciones para ellos.
Es mejor que el alcohol para ellos.
Absolutamente. Hace treinta años que trabajo en esto, tengo visto que la teoría de que la marihuana es la puerta de entrada para otras drogas no es verdad. Nunca fue. Es una de las peores mentiras que construyeron los humanos. No es la droga la que determina la persona, son los sujetos que determinan la droga. Atendí miles de personas que beben y no usan otra drogas. O que fuman y no usan otra droga. Lo que quiero decir, es que la elección de la droga responde a una necesidad humana. La cocaína no tiene necesidad, los humanos la tienen.
Y a veces esta necesidad es monstruosa, como dice usted.
Hay humanos que son periféricos sociales, yo los llamo en Bahía «los invisibles». Son visibles pero invisibles socialmente. Personas sin futuro, sin la menor posibilidad en la geografía de las oportunidades. Son presos en condiciones monstruosas. En mi experiencia el crack «responde» a una necesidad brutal, que precisa una droga brutal. La marihuana no es para esta necesidad brutal. Es lo social lo que crea la posibilidad de una droga. Esto es fundamental para cualquier política y práctica médica. En este momento, vivimos algo crucial, creo fuertemente, tal vez estoy loco, que nuestro mayor problema son las rupturas de los pactos. No hay más representación de ley, padre y madre han perdido su posición. Padres e hijos están muy próximos, muy semejantes, muy parecidos. Los hijos no oyen de sus padres lo que pueden o no pueden, porque no pueden escoger. Los padres no les dicen qué se puede.
¿Los mismos padres perdieron el respeto por la ley?
Perdieron la referencia de ley, no se reconocen a ellos mismos como ley… no sé la policía de ustedes, pero la de Bahía, la de Brasil, no se distingue en nada de los bandidos, salvo por el uniforme. Los bandidos son más organizados que la policía. El narcotráfico en San Pablo está muy bien organizado, con una fuerte jerarquía de ley, y nosotros que deberíamos establecer las reglas sociales nos perdimos completamente. Pero la cuestión no es la droga sino los humanos, si lo que sustenta las relaciones, las leyes, fracasan, los humanos se desorganizan. En este sentido, la presencia de droga es un síntoma y no una causa, de la desorganización y ruptura de pactos. Por eso, yo defiendo que trabajemos en cuidar a los que sufren los efectos químicos y psíquicos de las drogas pero es más importante que miremos los pactos y acuerdos para restaurar las relaciones entre humanos. Desgraciadamente, trabajamos con las drogas y no con los humanos.
El crack no desaparecería.
No. Ninguna droga desaparecerá. Yo tengo una posición completamente anormal sobre el tráfico. Yo creo que el crack no es una buena droga comercial porque provoca una gran intoxicación que puede provocar muy fácilmente la muerte. La cocaína es soluble en agua, el crack, el que tiene carbonato de calcio, no es soluble y eso provoca problemas pulmonares respiratorias graves.
¿El solo uso, aunque sea esporádico, hace un daño irreversible?
Hay uso controlado de todas las drogas, pero hay algunas con menores riesgos, menores posibilidades químicas. Claro que hay personas con mejor competencia biológica, psíquica y social para usar el crack y que se pueden sanar. Algunos trabajos demuestran que el crack puede producir daños en el sistema nervioso central, produciendo parkinsonismo crónico, como puede pasar con los neurolépticos legales. Es una especie de temblequeo constante. El crack en Brasil no es pobre en cocaína, como podría ser el que se fuma en Argentina. Es el alcaloide, pero como no está refinado tiene otras cosas como el ácido sulfúrico, éter y otros residuos químicos que no están en la cocaína. Por eso, la pasta o el crack es más dañino que el clorhidrato puro. Los que utilizan crack no se alimentan, tienen otros padecimientos asociados, utilizan otras sustancias. No olvide que la mayoría está en condiciones sociosanitarias y afectivas muy precarias. Y que esas personas pueden morir más fácilmente de enfermedades accesorias, trastornos producidos por el consumo permanente de crack.
Los usuarios no desconocen esto.
Por eso creo que el crack, por su poder de producir daño, no es una buena droga de comercio, si se legaliza todo. ¿Por qué en un principio San Pablo tenía crack pero Río no? Porque los traficantes sabían que el crack desorganiza el comercio, los usuarios de crack son muy desorganizados, más trastornados. Los comerciantes de Río dijeron: «No queremos acá perturbaciones en nuestro comercio de cocaína». En Salvador hay un comercio desorganizado con cocaína, el crack no tendrá larga vida como droga de masa, será siempre circunscripto para aquellos que necesitan una droga así. El crack no es el alcohol, que permite encuentros, comunicaciones, fiestas. El crack no se insertó en la pauta cultural, por lo tanto el crack no es, ojalá tenga razón, no será una droga sostenida comercialmente como algunos dicen en Brasil.
¿Políticamente se hace algo para frenar el consumo?
Sí. Todos, griegos y troyanos, están unidos contra el crack porque se tornó en el responsable de todos los sufrimientos. Lula hizo un discurso, hace dos meses, donde ¡responsabiliza al crack!: la sustancia deviene persona, se tornó una entidad responsable por todo lo malo en Brasil. José Serra, uno de los candidatos presidenciales, les dice a todos: «Voy a hacer hospitales en todo Brasil para tratar a los usuarios de crack». Como si la solución fuera hospitalizar y tratar a todos los usuarios.
Pero ustedes precisan más lugares.
Es cierto, pero no como solución. No necesitamos un hospital en cada ciudad. Vamos a producir la muerte social de millones de personas que no deberían estar internadas porque no son enfermos. Porque la relación con la droga no produce siempre una enfermedad. Un usuario no es un toxicómano necesariamente: el uso puede ser experimental, recreativo.
¿Cómo se debería tratar a los usuarios de paco?
Necesitan de una intervención médica, psiquiátrica y también social. Son personas, repito, los usuarios de crack no son la clase media ni la clase rica. Están muy próximos a la periferia, a la miseria de la exclusión. Necesitan la oferta de una posibilidad social, que no sé si es posible. Tratarlos es simple, se los interna, cuida, hidrata y se les dan medicamentos para dormir, se conversa. En 10 o 15 días el cuerpo está sin problemas, pero el espíritu continúa igual, si no cambia la condición social en una o dos semanas tenemos la misma cosa. Ahora sólo les damos tratamiento casi exclusivamente para el cuerpo. Si tiene mil personas, mil camas. Cuerpos entran, cuerpos salen, entran. ¿Pero qué ofrecés socialmente?
¿Qué tipo de estructuras sanitarias tienen para este tema?
En Brasil, no el gobierno, sino la organización de los usuarios y los portadores de trastornos mentales se organizaron junto a sus familias, presionamos para conseguir la reforma psiquiátrica: la deshospitalización, algo que aquí también reclaman y consiguieron. Creamos dos instancias: las casas de pasaje protegidas y los centros de atención psicosociales: los «Caps». Hay cap1 (ambulatorios de baja complejidad), cap2 (drogas), cap3 (drogas con 24 horas de trabajo, hospitalización corta y de 5 a 10 días como máximo para desintoxicación). Yo acabo de inaugurar un cap3 en un barrio periférico populoso en el noroeste de Salvador. Y es el primer centro en Brasil, no en Bahía, para niños que utilizan drogas y están en conflicto social, en las calles. El primero en un país con 200 millones de personas.
¿Cómo se logró abrirlo?
Pasamos a luchar políticamente con la universidad que tiene el poder técnico y ahora provocó al poder político. Es importante aclarar que no necesitamos hospitalizar, no es la regla, como quieren los psiquiatras. Es la última opción. Toda hospitalización debe ser corta. Yo trabajé en Francia con lo peor de los heroinómanos y se ponen de pie en diez días, físicamente, pero su alma no se pone de pie en diez días, tal vez no se ponga nunca.
En Suiza y en España también se abrieron salas de consumo controlado de heroína. ¿Cree que eso podría funcionar para los paqueros?
Sí, sí, sí. Yo defiendo esto, aunque es una herejía en mí país. Si los países trabajan en la lógica contra las drogas y no a favor de los usuarios, o sea contra los usuarios, entonces admitir estas salas es admitir que los usuarios tienen derecho a utilizar drogas y es un deber del Estado protegerlos en su utilización. Significa que yo puedo ayudar a alguien que se droga a no morir, a no enfermarse. Esta sala implica una comunicación entre una persona que se droga y un técnico en salud, es una condición propicia, buena para el intercambio. Yo creo que más aún para el crack, que es el desorden completo. ¿Por qué dejar a las personas abandonadas a su suerte o a su mala suerte? Si alguien escoge un riesgo como el crack, debe ser prioridad de atención y cuidado.
¿Cuál es su próximo proyecto en Bahía?
En seis meses, espero, vamos a tener en un centro de atención psicosocial para internar exclusivamente los usuarios de crack por cortos períodos, con una casa asociada, que yo llamo «casa de medio camino». Es para que esas personas en 10 o 15 días puedan pasar a esta casa donde permanecerán el tiempo necesario para salir.
No sería un sala de consumo protegido…
No puedo contestarle eso hasta ver qué pasa. Tengo 66 años y estoy en posición de decir muchas cosas en Brasil sin ir preso. Pero primero quiero provocar la discusión en la universidad. En pocos días estoy abriendo en Pelourinho (un barrio antiguo y turístico de Salvador) una casa que llamo «punto de encuentro», que sirve para acoger a personas de Pelourinho y otras regiones, darse una ducha, cambiar de ropa sucia por limpia, tomar un café. No pueden permanecer, no es un hospital ni un ambulatorio, sólo un punto de encuentro, necesario para seguir avanzando. Es el primer paso para reconocer que es mejor un hijo protegido en el uso, que muerto y desprotegido.
Si el uso de drogas, según usted, no va a desaparecer, ¿cree que es mejor legalizarlas?
Así es. Básicamente, porque los humanos nunca dejarán de ser humanos. Nunca, salvo que en mil años no seamos humanos y seamos mitad máquinas… La legalización yo la defiendo para todos los productos sin excepción porque no estoy ni en contra ni a favor de las drogas, estoy a favor de los seres humanos. Las drogas forman parte de las cosas del mundo y los humanos también. Pero los humanos piensan y las drogas no. Creo que los humanos destituyeron a la muerte de su valor, la vida se define por la muerte y la muerte por la vida. La vida no es más valorada, en Brasil hay una crisis con esto. Se matan como si fuesen moscas. Los hombres se matan en mi ciudad: 20 por fin de semana. Es mucho. El tránsito mata 200 mil personas por año en Brasil y no hacemos nada… pero vendemos y vendemos más coches.
¿Qué opina de la violencia ligada al tráfico?
El tráfico no tiene ley sino fuerza, si entrás en mi campo te mato y si quiero ocupar tu territorio me matás o trabajás para mí. El más fuerte controla un territorio más grande. Si esta violencia no se resuelve sino por la fuerza, tengo la alternativa: introducir el tráfico y la marginalidad que lo rodea en la legalidad. «Bueno, ahora no precisás más matar a otro para ocupar territorio porque trabajaremos nosotros con la ley», diría el Estado. Tu comercio, tu droga, los adolescentes no tendrán que exponerse a las violencia y a la muerte. Creo que están de un lado los humanos, su sufrimiento y las drogas; y por el otro, el comercio, la producción, el tráfico y la violencia. Si me libro de esto último… ¿qué resta? Las drogas con los humanos con sus sufrimientos y con los trastornos que las drogas les causan o no. En la salud sabés qué hacer con la enfermedad, pero no qué hacer con la violencia y el tráfico.
¿Cuánto cambiaría el escenario con la legalización en su trabajo?
Puedo trabajar mejor. Puedo reutilizar los recursos gastados en el tráfico y la violencia que no consigo controlar ni dominar. No resolverá todo el problema. Pero pienso: «Si legalizo y hay un aumento del consumo… trabajaremos con el aumento. Si legalizamos, disminuye el consumo, muy bien. Si legalizamos y nada ocurre, mejor». En todo caso, estaré libre de una monstruosa violencia en un país que tiene un Estado oficial y uno no oficial. Tenga en cuenta que en la sociedad brasileña hay desigualdades sociales y económicas enormes. El 10 por ciento tiene el control del 40 por ciento de la riqueza. Si no soy capaz de cuidar de esto y si legalizo las drogas, clavo una lanza en el corazón del león, estaenormidad del narco: 500 billones de dólares en el mundo que corrompen a todos, que compran todo, Iglesias y políticos.
Pasó el control tras causar un accidente con heridos en San Vicenç de Castellet
Fue condenado a un año y cinco meses de retirada de carné por dar positivo
La Audiencia de Barcelona dice que le tendrían que haber hecho pruebas de sangre
La Audiencia de Barcelona ha absuelto a un conductor que fue condenado a un año y cinco meses de retirada de carné por haber dado positivo en un control de drogas tras causar un accidente con heridos en San Vicenç de Castellet (Barcelona), por entender que la prueba de saliva que se le realizó fue insuficiente.
Según publica el diario Regió 7, la Audiencia ha aceptado el recurso presentado por el conductor, Joaquín B.M. -que también fue condenado a pagar una multa de 1.620 euros– por considerar que el control para detectar sustancias estupefacientes que se le practicó no sirve para demostrar que conducía bajo los efectos de la cocaína.
Los jueces de la Audiencia reconocen que la prueba practicada acredita que el acusado había consumido cocaína, pero que el control de salivano sirve para cuantificar la cantidad de esta droga que tenía en la sangre y si ésta le incapacitaba para conducir.
El Tribunal apunta en su sentencia, que es firme y sobre la que no cabe recurso, que para determinar este supuesto hubiera sido necesario tomarle una prueba de sangre al conductor.
Sin embargo, indican las mismas fuentes, los Mossos siguieron en este caso el procedimiento habitual, la toma de saliva, que suelen realizar en estos casos, cuyos resultados son utilizados como prueba para una condena por conducción bajo los efectos de sustancias estupefacientes.
Los hechos se remontan al 30 de noviembre de 2007, fecha en el que el Joaquín B.M. chocó en la C-55 con dos vehículos tras perder el control de su coche -que no tenía seguro- e invadir el carril contrario. El conductor de uno de estos turismos, y el propio Joaquín B.M. resultaron heridos leves.
Ya comentó Pannagh en su momento «Los tests de consumo de drogas en carretera son inexactos, discriminatorios, carecen de base legal y provocan inseguridad jurídica«
El mercado negro del MDMA (éxtasis) ha vuelto a emerger con fuerza después de que en 2008 cayera en picado. La razón no era otra que la falta de suministros de precursores necesarios para su fabricación. Esta escasez estuvo acompañada de un aumento en las tasas de adulteración y de un empobrecimiento en la calidad y purezas de la sustancia. Desde hace unos meses, sin embargo, «se ha vuelto a la normalidad», apunta Claudo Vidal, psicólogo de Energy Control. Sea por decisión de quienes manejan a su antojo el mercado negro o por un mayor acceso a los precursores, lo cierto es que «se ha vuelto a los niveles de 2008, tanto en cantidad como en calidad», mantiene Vidal. Este tipo de sustancias, cuyo precio oscila entre los 5 y los 7 euros el gramo, tiene un público muy identificado. «Siempre han estado relacionadas con las discotecas y las fiestas raves y con gente, en su mayoría, muy joven».
No es delito conducir tras haber consumido cocaína. Eso es lo que se recuerda en una sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Badajoz, que ha revocado la condena impuesta a un conductor que dio positivo en consumo de cocaína porque “la ingesta ni influyó en la conducción ni puso en ningún momento en peligro la seguridad del tráfico”, y “no basta comprobar el consumo de cocaína, es menester que, además, esté igualmente acreditado que el acusado conducía bajo la influencia de tal consumo”.
Queda anulada la pena que lo obligaba a pagar 1.200 euros de multa, a trabajar 50 días en beneficio de la comunidad y a no conducir en el plazo de dos años, y el conductor sólo deberá abonar una sanción de 500 euros por conducir tras haber consumido drogas.
Como es lógico (supongo), la sentencia es correctísima desde el punto de vista legal. Lo que está penado es conducir bajo los efectos de una droga y, si estos no se manifiestan, desde el punto de vista legal no hay nada que discutir. Pero, ¿y desde el punto de vista de la seguridad vial? ¿Hay algo que podamos comentar sobre este consumo de drogas ligado a la conducción?
Del mundo judicial, por lo que vemos en los medios, siempre me ha llamado la atención que se pase por alto un aspecto que en el mundo de la circulación de vehículos constituye un principio esencial: la capacidad de previsión. Esa facultad del ser humano que forma parte de la conducción segura y que garantiza que todos lleguemos a buen puerto en cada uno de nuestros desplazamientos, en el mundo de las sentencias parece ser que no funciona así, que sólo hay reprimenda cuando ya se ha producido el daño, cuando ha habido víctimas y cuando todo cuanto se haga llega demasiado tarde.
En el caso que nos ocupa, un médico forense declaró que el consumo de droga se había realizado una o dos horas antes del hecho, cuatro como mucho. En cambio, según el informe de la Guardia Civil el acusado no presentaba las pupilas dilatadas ni otros síntomas externos de haber consumido nada, lo que en conjunto, y tras deshacerse la contradicción en el tribunal, se resume en que el conductor había consumido cocaína pero, en el momento del control policial, los efectos de la droga sobre su organismo eran prácticamente nulos. Pues menos mal.
¿Me estoy contradiciendo? En absoluto, y aquí viene lo perverso de todo este asunto. El problema no es si en el momento del control el conductor tenía o no mermadas las capacidades para conducir con seguridad. El problema de fondo es que a ese conductor le practicaron un control de drogas en un momento dado, en un día concreto y a una hora concreta, y al final resultó que no había peligro. Pero, ¿qué habría sucedido si el control se hubiera llevado a cabo, por ejemplo, unas horas antes?
La ingesta ni influyó en la conducción ni puso en ningún momento en peligro la seguridad del tráfico.
Esta frase, extraída de la sentencia, en oídos de según qué personas, puede ser percibida como una invitación a consumir drogas antes de conducir, que mientras no se ponga en peligro la seguridad del tráfico no hay nada que reprochar. ¡Como si la persona que se halla bajo los efectos de las drogas fuera capaz de decidir por sí misma no ponerse a los mandos de un vehículo! Precisamente, uno de los primeros y principales efectos que da la cocaína es la pérdida de la noción del riesgo. Por eso, que el día de autos el conductor no pusiera en ningún momento en peligro la seguridad del tráfico es meramente circunstancial. Es una cuestión de tiempo, para ser más precisos.
En resumen, la buena o mala calidad de la formación vial en España tiene varios responsables, varios padres, y sólo mejorando cada uno de esos padres la parcela que nos corresponde podremos llegar a tener entre todos una formación vial de alta calidad en nuestro país, que más Y es que todo en el tráfico es circunstancial. Excepto la educación vial hacia una conducción segura y eficaz, que debería ser permanente.
Porque, ante sentencias como esta, ¿nos extraña que la educación vial de nuestra sociedad vaya hacia atrás, cuesta abajo y sin frenos? Si lo único que hacemos es analizar lo que ha sucedido y pasarnos el dorso de la mano por la frente en señal de alivio, es que no hemos entendido nada.
El conductor que aún llevaba cocaína en el cuerpo había consumido unas horas antes. ¿Estamos seguros de que no manejó un vehículo al poco de haber consumido, cuando los efectos de la cocaína estaban en pleno apogeo y el conductor se sentía imbatible al volante? Y, ya que por fortuna no pasó nada, ¿estamos seguros de que esta persona no volverá a conducir tras haberse metido una o dos rayas? Al fin y al cabo, ¿acaso la cocaína no puede causar adicción en quienes la consumen?
Pues nada de eso importa. Se anula la sentencia que alejaba al acusado de las carreteras durante dos años y lo ponía a trabajar para la comunidad, previsiblemente en una institución de esas en la que uno ve las tristes consecuencias de una desastrosa educación vial. No me meto con los jueces ya que, en definitiva, ellos hacen su trabajo tal y como se les ha enseñado, pero miro más allá y no puedo evitar pensar que este sistema judicial que tenemos, tan corto de miras, choca de forma escandalosa con una materia, la seguridad vial, que se fundamenta en la previsión y en la educación.
La heroína es la droga más destructiva que existe sobre la faz de la tierra. Desde los campos afganos hasta las calles de Chicago, ejerce su efecto sobre la vida de todos los que se cruzan en su camino.
La metanfetamina, también llamada “droga del demonio”, está causando estragos en toda Norteamérica y gran parte de Asia, dejando a su paso un reguero de muerte y destrucción.
Con un acceso sin precedentes a las granjas de coca de Colombia, a los carteles de México, a los camellos que venden crack en Miami y a los traficantes de coca de Londres, este documental nos desvela cómo funciona la cadena de suministro de la cocaína.
El cannabis es la sustancia ilegal más utilizada del planeta y divide a la opinión pública. Para algunos es un hierbajo maligno, y para otros una hierba inofensiva.
Una vez fue el hombre más buscado del mundo. Al frente de uno de los imperios criminales más poderosos de la historia, Pablo Escobar controlaba el 80 % del mercado mundial de cocaína. Tenía una fortuna personal estimada en unos cinco mil millones de dólares, un zoo privado, su propio ejército y los criminales a sueldo más despiadados. Durante años desafió a los gobiernos colombiano y estadounidense, asesinó a miles de personas, entre ellos políticos influyentes, siguiendo su máxima de plata o plomo. Al mismo tiempo que ordenaba asesinatos donaba generosas cantidades de dinero a los más pobres. En este documental revelamos la verdadera historia que se esconde tras la caza de Pablo Escobar gracias a material inédito y a entrevistas con familiares y policías. Es la historia definitiva del ascenso y caída del jefe del cártel de Medellín, un mito en vida que fue transformado en icono después de su muerte.
Año: 2010 Idioma: Ingles Subtitulos Español Duración: 56min
Con una ingeniosa matrícula móvil instalada en su coche, el mayor traficante del Vallés oriental de Barcelona, escondía la droga sin llamar la atención de los Mossos d’Esquadra. El mecanismo funcionaba con un mando a distancia ubicado en la parte posterior del holograma del coche. Cuando se activaba, se abría un compartimento donde escondía 250 gramos de cocaína y una agenda con el número de sus clientes y sus operaciones. El hombre, de 32 años, operaba desde su casa, donde los agentes encontraron una plantación de marihuana.
Pero la sorpresa fue aún mayor, cuando los Mossos decidieron registrar su vehículo. El detenido, que ingresó en prisión el 31 de julio, mantenía un nivel de vida muy elevado gracias a los ingresos que obtenía con estos negocios ilícitos.
Nota: Donde pone «holograma» igual debería decir «Anagrama», «Logotipo»…
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